Yo acuso y yo no soy
- 02 Nov 2020
No hace falta decir que el brutal asesinato de Samuel Paty nos pesará aún durante algún tiempo. Como todo el mundo, me sentí profundamente conmovido cuando me llegó esta trágica noticia. No sólo como profesor, sino también como belga y musulmán, sentí que era necesario, en sentido figurado, sacar mi pluma. Que un profesor sea decapitado a causa de unas caricaturas que todo el mundo ha visto ya miles de veces sólo lo hace, en mi opinión, aún más preocupante.
El problema, sin embargo, es mucho más profundo y, en mi humilde opinión, lamentablemente no se va a resolver con unos pocos trucos de “esloganería”. Un diagnóstico correcto requiere que uno también sepa hacer las preguntas correctas. Sin embargo, parece que esta es una tarea prácticamente imposible para la élite política…
El hecho de que, a pesar de sus numerosos corresponsales en Francia, el panorama mediático flamenco no logre, por desgracia, situar los acontecimientos en su contexto adecuado, hace que las cosas sean aún más lamentables. Lejos de querer glorificar este crimen bárbaro, sigo convencido de que se trata, sobre todo, de un problema socioeconómico. ¡Por eso, yo “acuso” [“j’accuse”] al Estado francés de negligencia culpable! Veamos primero la lamentable situación de los suburbios franceses.
El que los habitantes de estos suburbios sean apartados de los centros urbanos privilegiados porque el Estado francés descuida deliberadamente el transporte público, es en sí mismo suficiente para crear tensiones. De hecho, esto resulta en una mayor fragmentación de la sociedad francesa. En ese contexto, es cada vez más probable que se adopte una actitud de “nosotros contra ustedes”. Decidir, sólo por hoy, levantar la moral de los profesores resulta oportunista e hipócrita. El sistema de “mapa escolar”, que obliga a los estudiantes a encontrar una escuela en su zona, ciertamente no ayuda a mejorar la situación. Si a esto añadimos la falta de inversión y su corolario, la falta de perspectivas debido al muy elevado desempleo, la imagen se hace más nítida.
Hace unas semanas, Macron declaró la guerra al “separatismo islámico” y al peligro que representaba para “la República”. Pero, ¿quiénes son estos llamados islamistas que están sacudiendo la República Francesa en sus cimientos? ¿Son los mismos que están armados en las zonas de conflicto, entre otros por Macron y por “nuestro” FN Herstal? ¿O se trata sobre todo de regímenes atrasados –como Arabia Saudí– que financian proyectos y asociaciones en la propia Francia y que, sin embargo, todavía pueden contar con el importante apoyo de Macron y otros?
¿Y en qué se basa Macron para permitirse ese discurso? ¿Dónde está nuestra fe en “el mundo de la ciencia y las pruebas objetivas”? Que la muerte de Samuel Paty sea combustible para Macron y su gobierno me parece, desafortunadamente, una conclusión obvia. Una recuperación [de su imagen, gracias a un suceso] tan repulsivo, obviamente sirve para enmascarar un descontento cada vez mayor. Así que vamos a echar un vistazo más de cerca.
Lógicamente, comenzaré con el movimiento de protesta de los Chalecos Amarillos, que todavía tienen hambre y por lo tanto siguen luchando contra la injusticia social. ¿Y qué pasa con los medios de comunicación franceses, que están cada vez más presionados en cuanto se vuelven críticos con el gobierno francés? ¿O de esta reforma antidemocrática de las pensiones por la que el gobierno ha conseguido dejar fuera de juego a la Asamblea Nacional, blandiendo apresuradamente el artículo 49 de la constitución francesa?
Naturalmente, también debemos hablar aquí del desastroso enfoque de Macron sobre la crisis del coronavirus que, a pesar de la gravedad de la situación, permitió la celebración de elecciones locales en marzo. No debemos subestimar una decisión tan poco meditada, que sería digna al menos de indignación. Añadamos a esto [las declaraciones de] la ex Ministra de Salud Pública (Agnès Buzyn) quien afirmó haber estado consciente de las graves consecuencias del coronavirus desde enero, pero que no había considerado oportuno intervenir.
Hace unos días el primer ministro francés, Jean Castex, no pudo evitar el discurso de “nosotros contra ustedes” a través de un tuit, lo que es en mi opinión, deplorable, deshonesto e irresponsable. Siempre siento que me enfrento a un enigma: ¿Quién debería ser el “nosotros” y quién debería ser el “ustedes”? Espero que, en este sentido, no esté usando el “ustedes” para dirigirse al asesino…
Naturalmente, la intención aquí no es de ninguna manera justificar el bárbaro asesinato de Samuel Paty, recurriendo a una contraargumentación. Por lo tanto, es evidente que en este contexto, no se puede comparar tal crimen con la minimización de cualquier delito. Por eso, como musulmán, me niego a tener que justificarme por este acto de barbarie. De hecho, estos casos deben ser examinados cuidadosamente sin meter a todos los musulmanes en el mismo saco. ¿Por qué un partidario de los llamados movimientos “populistas” y/o “supremacistas” no está obligado a responder cada vez que es asesinada una persona de color? ¿Por qué los políticos y los jefes de Estado que participan en operaciones militares sangrientas nunca tienen que dar cuenta de las miles de víctimas civiles? Como cabe esperar, se trata de un juego poco saludable que nunca termina.
Como dije antes, no soy un fanático del eslogan “Yo soy” [“Je suis”] y, desafortunadamente, el asesinato de Samuel Paty no cambiará eso. ¿Significa esto que siento que las expresiones de duelo y compasión son innecesarias? ¡Al contrario! Es precisamente por esta razón que me niego obstinadamente a ser un “Yo soy”. Causaría demasiada vergüenza al profesor Paty, repitiendo ciegamente eslóganes que, en mi opinión, están en contradicción con la libertad de expresión. Con base en numerosos testimonios elogiosos, resultó ser que el profesor Paty era un hombre que animaba a sus estudiantes a pensar críticamente. Esto es totalmente contrario a la actitud “Yo soy” que, cinco años después, hace una nueva aparición.
El intelectual Emmanuel Todd analizó bien el tema hace cinco años cuando trató de demostrar, mediante una interesante encuesta sociológica, cómo el movimiento “Je suis Charlie” (“Yo soy Charlie”) había sido incapaz de restaurar la voz del pueblo. Le siguió un triste boicot por parte de los medios tradicionales franceses. El hecho de que, en mi humilde opinión, Charlie Hebdo debería ser visto más bien como una aplicación fallida de la libertad de expresión, sólo refuerza mi convicción de que soy un “yo no soy”. Esta actitud selectiva hacia la libertad de expresión ha sido denunciada por antiguos artistas de Charlie Hebdo, como Siné y Olivier Cyran. Por esta razón, el caso de Siné debería recibir más atención, antes de que Charlie Hebdo se convierta en la cuna de la libertad de pensamiento.
Hacer del derecho a la libertad de expresión un derecho fundamental en nuestra sociedad es un requisito natural. Ya sólo por esta razón, Michel Collon, un periodista belga perfectamente bilingüe, debería recibir más atención. Durante décadas, ha sido un pionero del derecho absoluto a la libertad de expresión. Esto significa que no podemos evadir el más mínimo debate, y ciertamente no con alguien que no nos guste. Confrontar a la gente que piensa diferente con argumentos, será un importante paso adelante y será la forma correcta de honrar la memoria del difunto profesor Paty.
Utilizar un crimen bárbaro para sembrar la división es una falta de respeto en este sentido, y es una forma demasiado fácil de evadir las propias responsabilidades políticas.
Descanse en paz, profesor Paty.
¡No soy Charlie, no soy Paty y yo acuso al gobierno francés!
Traducido del francés por América Rodríguez para Investig’Action
Fuente: Investig’Action