Tres preguntas a Rudolf El-Kareh sobre el terremoto en Turquía y Siria: “¡Pongan fin al bloqueo de Siria!”
- 15 Feb 2023
En las primeras horas del 6 de febrero, un terrible terremoto devastó amplias zonas del sur de Turquía y el norte de Siria, provocando considerables pérdidas de vidas humanas en ambos países. El número de muertos sigue aumentando.
La tragedia ha sido reveladora de las políticas discriminatorias, en particular por parte de Estados Unidos y la Unión Europea, en su agenda comprometida desde 2011 en una guerra polimorfa contra Damasco, pero sobre todo, en un bloqueo criminal que adopta la forma de “sanciones” unilaterales especialmente devastadoras para la población.
En la actualidad, un vasto movimiento está tomando forma y cobrando impulso a fin de seguir exigiendo el levantamiento de las medidas coercitivas y del bloqueo. Algunos Estados han decidido ignorar las prohibiciones adoptadas en violación de las leyes internacionales y participan en un proceso de ayuda y solidaridad que debe hacerse irreversible.
Sobre todos estos aspectos planteamos tres preguntas a Rudolf el-Kareh. Él es profesor universitario y ha enseñado en Líbano, Francia y Canadá. Ha asumido numerosas responsabilidades públicas y fue concretamente Coordinador General de la Conferencia Nacional Libanesa sobre los Riesgos Mayores y miembro de la Comisión Nacional sobre las Bombas de Racimo y de la Delegación libanesa en la XII Conferencia de la ONU sobre bombas de racimo.
¿Cuál es su reacción tras el terremoto, los daños causados y las primeras informaciones sobre la ayuda internacional?
En primer lugar, hay que destacar la extraordinaria e inmediata movilización de las instituciones del Estado sirio, y la inmensa solidaridad expresada por la sociedad siria, cuya resistencia milenaria no es necesario demostrar.
A pesar de doce años de guerra sin fe ni ley contra Siria, este desborde nacional ante una catástrofe natural de tal envergadura ha sido ejemplar. Y ello a pesar de la enorme cantidad de daños causados a su potencial, en términos de infraestructuras y medios, por un bloqueo ilegal y medidas inicuas semejantes a los peores asedios decididos por un bloque de Estados autoproclamados “comunidad internacional” o peor aún, mediante una sórdida investidura de “amigos de Siria”, que corresponde más bien a los “amigos de Washington”.
El segundo hecho sorprendente en este “Occidente colectivo” que ahora corresponde al bloque atlantista, en el que Europa se ha ido diluyendo progresivamente, ha sido el trato discriminatorio –evitemos calificativos, los hechos hablan por sí solos– frente a una región que se encuentra en la misma angustia, golpeada por el mismo desastre, y cuya historia común se ha visto profundamente alterada por las divisiones coloniales resultantes de las dos llamadas Guerras Mundiales.
Pasemos rápidamente por la prensa escrita y los medios audiovisuales dominantes. El tratamiento de la información formateada, especialmente en la Unión Europea, sigue la estela de la mediocridad del tratamiento político, en un efecto espejo y en un afán discriminatorio equivocado. Casi toda la cobertura mediática del lunes 6 de febrero estuvo dedicada a Turquía.
Algunos órganos de información han mantenido la insólita actitud de silenciar totalmente los terribles efectos del terremoto en Siria, o en todo caso, tratarlos como si fueran un epifenómeno sin importancia. Como en una especie de obscena clasificación de las víctimas.
Esta obscenidad desplegó su vulgaridad sin pudor, catapultando sobre la catástrofe la repetitiva narrativa ideológica de la crisis siria en el espacio atlantista. Sin ningún freno, en lugar de preocuparse por el destino de las víctimas y la dimensión humana común de una tragedia que afecta a ambos países, pero cuyos medios para gestionar la crisis son desproporcionados, algunos se mostraron “preocupados” por saber si la posible ayuda humanitaria a Siria “sería captada por el régimen”, mientras que otros fueron doctamente y con indignidad sin límites a proporcionar evaluaciones cuantificadas de esta “captación”.
El aspecto más inmoral de la cobertura mediática es, en lo que concierne a Siria, lo relativo a la deshumanización de una tragedia que fue ante todo una tragedia humana. Tenemos que re-humanizar nuestra mirada sobre Siria y sobre esta región del mundo tan castigada.
¿Qué hay del aspecto político, de la ayuda ofrecida? ¿Es desinteresada?
El tratamiento político no se ha dejado de lado. La Unión Europea, a la que le gusta alardear de sus “mecanismos”, ha asegurado a Turquía su ayuda, lo que es muy loable en sí mismo, si no fuera por los motivos ocultos vinculados a la posición actual de Ankara en el conflicto mundial que tiene lugar en Ucrania, donde las autoridades turcas siguen distinguiéndose por negarse a alinearse automáticamente con la OTAN. Se han sucedido las declaraciones consensuadas de funcionarios de la UE y de algunos Estados europeos, pero siempre a imagen y semejanza de los medios de comunicación.
Así, se habla del terremoto en Turquía y Siria, pero se ofrece ayuda a Ankara. Por no mencionar la perpetua negación de la realidad y la negación de la existencia de Siria, de su Estado y de su sociedad, sustituida por “pensamientos para la población del norte de Siria” o por tuits en los que se asegura que fueron “devastados” sólo por el terremoto de Turquía. Esta falsa desposesión de la personalidad nacional siria debe terminar.
En cuanto a los motivos ocultos, citemos uno propuesto, mostrando las garras, por la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, pidiendo la reapertura de los pasos fronterizos ilegales entre Turquía y Siria para pasar una hipotética ayuda. La Sra. Baerbock simplemente propone violar las decisiones del Consejo de Seguridad que limitan a solo uno el cruce por tierra, para eludir al Estado sirio, violando la Carta de la ONU que exige el reconocimiento de la soberanía e independencia de los Estados. Recordemos que esta organización internacional es una asociación de Estados y que Siria es uno de sus fundadores. Sobre todo, la Sra. Baerbock pretende olvidar que la zona que le preocupa está bajo el control de organizaciones terroristas, según las propias calificaciones de la ONU.
La bufonada más grotesca, abyecta en este trágico contexto, vino de la Palestina ocupada cuando Netanyahu afirmó estar dispuesto a responder a una supuesta petición de ayuda de Damasco. Esto es lo mejor que se puede hacer en términos de segundas intenciones.
La administración de la ONU afirma no disponer de medios económicos para ayudar a Damasco, al tiempo que silencia un informe condenatorio de la relatora especial de la ONU, Alena Douhan, sobre las “sanciones unilaterales” occidentales contra Siria. Douhan las califica de crímenes de guerra e insta “a los Estados sancionadores a levantar las sanciones unilaterales, ya que perpetúan y agravan la destrucción y el trauma sufridos por el pueblo sirio desde 2011”. Sí, el pueblo sirio, al que este Occidente colectivo se empeña en negar.
La administración de la ONU ha aplazado el examen de este informe por el Consejo de Derechos Humanos de Ginebra hasta el próximo mes de septiembre…
Pero el colmo del cinismo lo alcanzaron Washington y sus portavoces cuando hablaron del terremoto como si sólo hubiera afectado a Turquía, omitiendo la existencia misma del desastre en Siria, y sin una sola palabra de compasión por sus víctimas. El Vaticano ha comunicado que el Papa está “profundamente entristecido (…) y que ofrece sinceras oraciones por las almas de los difuntos”…
Este sucinto panorama ilustra por sí solo la inmoralidad de la instrumentalización de los derechos humanos con fines geopolíticos y la extrema violencia política del doble rasero.
¿Se ha pedido el fin de las sanciones?
Por supuesto que sí. Pero ante todo quiero recordar que yo rechazo el término “sanciones”, que es el de sus promotores. Estas medidas son totalmente ilegales y unilaterales. ¿Y qué derecho tienen estos actores a erigirse en dechados de virtudes cuando su historia pasada y reciente está marcada por monstruosas violaciones de los derechos humanos? ¿Y quién los autoriza a presentarse como referentes en materia de Derecho Internacional?
El único organismo internacional con derecho a hablar de sanciones es la ONU, bajo los únicos auspicios de las disposiciones de la Carta. Las medidas adoptadas por Estados Unidos y la Unión Europea en su desviación, son violaciones stricto sensu del derecho internacional.
Dicho esto, no sólo ha habido llamamientos, sino que varios países han tomado iniciativas inmediatas para acudir en ayuda de Siria, sometida desde hace años a un bloqueo asesino. Me refiero a un bloqueo. Y este bloqueo, un remake americanizado de los asedios medievales, diseñado para matar de hambre con el fin de coaccionar, es un crimen contra la humanidad. El informe de la señora Douhan es, de hecho, una verdadera acusación. La llamada “ley César” es una disposición nacional estadounidense que Washington quiere imponer al mundo mediante la amenaza y el chantaje. Pues bien, es a este bloqueo al que hay que poner fin. Debemos dejar de asfixiar a Siria y a su entorno, especialmente Líbano e Irak, y permitir su desarrollo y el de sus vecinos. Varios países han tomado la iniciativa, incluidos países supuestamente amigos de Estados Unidos, como Emiratos Árabes Unidos.
La primera ayuda en cuanto a equipos y especialistas llegó de Argelia en las primeras horas de la catástrofe, seguida inmediatamente por Rusia, China, Irán e India. Líbano, desgarrado por una grave crisis económica provocada, puso sus infraestructuras portuarias y aeroportuarias a disposición de la ayuda destinada a Damasco y envió equipos especializados de Defensa Civil y del Ejército a Alepo y a las regiones turcas afectadas. Irak, haciendo caso omiso de los dictados de Washington, ha abierto sus fronteras y su cuerpo de bomberos está sobre el terreno. El presidente egipcio Sissi, al igual que muchos jefes de Estado, ha establecido contacto directo con su homólogo sirio, y uno de los canales de televisión egipcios que reflejan la opinión del gobierno calificó al presidente Biden de “deudor de la sangre de las víctimas sirias”.
Pero una de las reacciones más enérgicas y representativas del ambiente reinante procedió del Consejo de Iglesias de Oriente Próximo, institución que reúne a todas las Iglesias y Patriarcas orientales, que pidió el fin del bloqueo contra Siria y el levantamiento inmediato de las “sanciones”, a “riesgo de considerar su continuación como un crimen contra la humanidad”. No es de extrañar. En esta región del mundo, las iglesias desempeñan un papel considerable en la construcción de vínculos sociales y referentes seculares en el ámbito moral.
Actualmente está surgiendo un amplio movimiento a favor del fin del bloqueo a Siria, sometida desde hace años a una ofensiva asesina y a la ocupación de parte de su suelo por tropas estadounidenses, que saquean regularmente sus recursos agrícolas y petrolíferos, lo que agrava aún más la crisis humanitaria. Turquía tiene gran parte de la responsabilidad de esta crisis, pero parece que la razón tiene que volver a imponerse. La tragedia causada por el terremoto puede ser sin duda una oportunidad para reunir de nuevo a los Estados vecinos que se han visto abocados a callejones sin salida por la codicia imperialista, siempre que exista la voluntad política y el coraje necesarios.
Quisiera concluir citando estas palabras que me dirigió, al día siguiente de la catástrofe, el padre Elias Zahlaoui, párroco de Notre-Dame de Damasco: “Ya no espero nada”, me dijo, “ni del Vaticano ni de Occidente, que se dice civilizado. ¡Qué ironía! ¡Qué infamia! Pero debemos seguir siendo fuertes. La esperanza es una certeza…”
Foto de portada: Una vista de los edificios dañados tras el terremoto, Siria, 12 de febrero de 2023. (Foto: Getty Images)
Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action
Fuente: Investig’Action