Pueblo a Pueblo, todo se hace con amor
- 07 May 2018
(Investig’Action / Ricardo Vaz en Caracas) – “Pueblo a Pueblo” es una iniciativa para combatir la guerra económica que viene afectando a los venezolanos en el acceso a la alimentación. La idea es organizar los diversos pasos de la cadena (producción, distribución y consumo) para eliminar a los intermediarios y así llevar los alimentos del pueblo del campo al pueblo de la ciudad. Tuvimos la oportunidad de hablar con Martha Lía Grajales y Ana Graciela Barrios, de la cooperativa Unidos San Agustín Convive, donde se desarrolla esta experiencia, además de asistir a una asamblea de la cooperativa y a la jornada de consumo.
San Agustín es una parroquia que empieza cerca del centro de Caracas y se extiende por los cerros. Mayoritariamente afrodescendiente, es conocida por su música, talento artístico y riqueza cultural, y más recientemente por el metrocable que conecta el barrio al centro de la ciudad.
Sin embargo, nuestra visita a San Agustín es motivada por otra “tradición”: la organización popular. En medio de una guerra económica que afecta duramente al acceso a los alimentos, la comunidad de San Agustín, a través de la cooperativa Unidos San Agustín Convive, se articuló con el programa Pueblo a Pueblo. Esta iniciativa nace de los campesinos en el occidente del país, y Martha la describe de la siguiente forma:
“La idea es generar procesos organizativos y politizadores en una lógica alternativa al capitalismo. Procesos en torno a los campesinos, que asuman una lógica de clase, en que se planteen los problemas en torno a la producción que son comunes, y que se encuentren en una lógica conjunta también las soluciones.”
Algunos de estos problemas tienen que ver con la dependencia de semillas importadas, más difícil en tiempos donde el gobierno se ve obligado a reducir las importaciones, de manera que los campesinos vienen desarrollando un proceso de rescate de las semillas nativas. Igualmente se busca una agricultura más amigable para la tierra, con menos agro tóxicos. Y especialmente importante, sostiene Martha, es la planificación de la cosecha, para que los campesinos no sean tan vulnerables a los picos del mercado.

Metro-cable de San Agustín (Foto: Ricardo Vaz)
Además de la organización a nivel de la producción, es también necesario hacerlo desde el punto de vista de la distribución y del consumo, para eliminar a los intermediarios de la cadena, como Martha nos explica:
“Lo que venimos haciendo es generar el último eslabón de la cadena productiva, el consumo, de manera organizada, planteando que debe ser un ejercicio práctico de vivencia del socialismo. Entonces podemos ver ahí un énfasis en procesos democráticos, asambleas horizontales, distribución equitativa de los alimentos, procesos públicos de rendición de cuentas y de evaluación de las jornadas, y si se queda algún excedente de la jornada se reinvierte en la cooperativa.”
Añade Martha que el reto no es apenas consumir de manera organizada, sino también producir. En San Agustín es imposible sembrar alimentos, pero la cooperativa va avanzando para tener gallinas ponedoras. Y un pequeño grupo desarrolla una producción textil, por ahora de ropa interior para niñas, que será intercambiada en el sentido reverso con los campesinos de Pueblo a Pueblo, de manera fraterna y con una estructura de costos transparente.

Barrio de San Agustín visto a partir del metro-cable (Foto: Ricardo Vaz)
Es importante señalar que, en uno de los barrios más violentos del municipio Libertador, la iniciativa ha logrado una movilización importante de gente en los varios sectores, ya que antes había un cierto temor de irse a un sector diferente. De hecho, las jornadas de consumo que suceden cada 15 días rotan entre 3 núcleos: Hornos de Cal, El Manguito y Terrazas del Alba. La iniciativa empezó hace año y medio, y el número de participantes ascendió a más o menos 150 familias en cada uno de los núcleos.
En tiempos de guerra económica donde los precios de alimentos suben constantemente, esta es una iniciativa importante, como Ana nos describe:
“El consumo de las hortalizas ayuda las familias a complementar la alimentación, con cosas naturales y poco intervenidas químicamente, además que se venden mucho más baratas que en la calle. Junto con la bolsa CLAP (1), que contiene alimentos procesados muy importantes de la dieta diaria, es una contribución importante.”
Además de eso, permite disminuir la dependencia en la bolsa CLAP, que ni siempre llega con regularidad, a veces debido a dificultades inherentes al bloqueo financiero impuesto a Venezuela. Sobre las consecuencias de la crisis y la inflación en el propio proceso, Ana señala que los precios han subido, por un lado porque los costos de producción aumentan, y por otro porque los propios campesinos ven su costo de vida aumentar. Esto trae dificultades también del lado del consumo, porque aunque los alimentos sigan siendo mucho más baratos que afuera, el pago de una vez por una gran cantidad de hortalizas puede ser significativo.
Sin embargo, Ana asegura que “no está en riesgo la posibilidad de continuidad del proceso, porque además del potencial organizador y político, en lo concreto es una solución en el acceso al alimento.”
La Asamblea Preparatoria
La asamblea preparatoria del consumo es conducida por Martha, que mantiene un equilibrio que parece imposible, entre permitir que todos hablen y se sientan cómodos, y al mismo tiempo avanzar con la agenda para que la reunión no dure horas. De entre los 35 participantes apenas 4 son hombres, y Martha habla al grupo llamándoles “muchachas” o “compañeras” sin que a nadie le extrañe.
El primer punto son los reportes de las varias comisiones de trabajo de la cooperativa. El proceso de crear gallinas ponedoras avanza, con los nidales construidos, y se discute donde se los debe colocar. El grupo de trabajadoras textiles habla de la producción de ropa interior para niñas, de las dificultades con los precios galopantes de la materia prima, y la asamblea decide que la producción más reciente debe ser llevada a España por la compañera que va a recibir un premio (2).

La asamblea preparatoria (Foto: Ricardo Vaz)
La comisión siguiente anuncia, para alegría de todos los presentes, que están cerca de registrar legalmente la cooperativa. Esto abrirá nuevas posibilidades, por ejemplo de solicitar un espacio a la alcaldía para montar un centro de acopio. También en el tema de la producción se habla de lo que vendrá después de las gallinas, creación de conejos y cabras. Igualmente positiva es la noticia de que hay progreso en recibir un camión del Ministerio del Interior (ver abajo). La única comisión que aún no se ha activado es la de procesamiento, que tiene como primera tarea procesar 7 kilos de maíz suministrados por la comuna El Maizal. La vocera de la comisión asume su responsabilidad, ¡parcialmente mitigada por el hecho de haber traído café!
Por fin llega el momento de registrar voluntarios para las diferentes tareas de la jornada de consumo: inscripción, descarga, logística y rendición de cuentas. La gente se propone, por veces quejándose de otras dificultades, a lo que Yamile Anderson, una de las participantes, responde recordando a todos que “aquí todo se hace con amor”.
La Jornada de Consumo

Distribuyendo los alimentos en las bolsas (Foto: Ricardo Vaz)
Por fin llega el día de la jornada. Temprano, en la mañana, llega el camión con los alimentos, que luego son descargados, pesados y divididos en partes iguales, en este caso 100. En este parque de estacionamiento por debajo de la estación del metro cable se colocan las 100 bolsas en una cuadrícula, y en otras se colocan los varios rubros. En esta jornada se distribuye papa, cebolla, zanahoria, cebollino, ñame, yuca, auyama, repollo, cilantro y ajo.
Lo que sucede en seguida se podría por momentos confundir con una cadena de montaje fordista. Un grupo de personas se coloca en línea, cada una con una bolsa delante. Un segundo grupo se extiende en otra línea hacia los alimentos que se distribuyen, entregando sacos con las porciones individuales al primer grupo. Y un tercer grupo recibe los sacos vacíos del primer grupo para llenarlos y entregar al segundo. Así que una vez que la línea de bolsas está completa, el primer grupo da un paso adelante, y así sucesivamente.

Bolsas de hortalizas al final de la distribución (Foto: Ricardo Vaz)
Sin embargo, es un proceso que nada tiene de fordista. Desde la salsa que se escucha y contagia a todos, a la rueda de aplausos que se produce siempre que un alimento termina de ser distribuido, es imposible no recordar las palabras de Yamile – todo se hace verdaderamente con amor-. El resultado final son 100 bolsas con 10 kilos de hortalizas, que serán vendidas a precios cerca del 70% más bajos que los del mercado. Terminada la tarea, se empieza a llamar a las personas que se registraron para la jornada, para que, una a una, recojan una bolsa, la pesen y paguen.
Al mismo tiempo que todo esto se desarrolla, un grupo de mujeres prepara el obligatorio sancocho. Con algunos ingredientes de la distribución y otros aportados por la gente, la olla gigante sobre el fuego simboliza un proceso que es casi sinónimo de la construcción del espíritu comunal.
¡Un camión para San Agustín!
La cooperativa Unidos San Agustín Convive está en este momento en una campaña de fondos para adquirir un camión (usado). La principal motivación, según nos explican Martha y Ana, es generar una articulación con productores, la mayoría mujeres, en Carayaca (Estado Vargas). Esta es una región muy aislada, donde solo se puede llegar con un carro 4×4, lo que hace que la gente que produce sea más vulnerable a los intermediarios. Esto no será un nuevo proyecto, sino un nuevo eje de la plataforma Pueblo a Pueblo.
La cooperativa solicitó también al Ministerio del Interior que les asigne un camión de los incautados por narcotráfico o contrabando. Aunque haya habido avances en este sentido, la cuestión sigue lejos de estar resuelta. Y en caso de que esto funcione, el camión seguramente necesitará una fuerte inversión para ponerse operativo, especialmente con los costos crecientes de cauchos, baterías, y otros repuestos, de manera que los fondos de la campaña serían entonces dedicados a esto.

Preparando el sancocho (Foto: Ricardo Vaz)
Es un error tremendo que personas y agrupaciones de izquierda se limiten a analizar la situación en Venezuela con el prisma de la (supuestamente superior) democracia occidental. Principalmente porque terminan dando más fuerza, directa o indirectamente, a la agresión imperialista contra Venezuela. Por otro lado, experiencias como esta, del pueblo organizándose con una lógica alternativa al capitalismo, debían merecer el interés y el apoyo de todos aquellos que se consideran de izquierda. Además de eso, son fundamentales para comprender lo que hay de verdaderamente revolucionario en la Revolución Bolivariana. Al final, nadie lo resume mejor que Martha:
“A pesar de todas las dificultades y contradicciones del proceso, aquí este pueblo decidió ser libre, y ahí está en la batalla.”
Notas
(1) Los CLAP son Comités Locales de Abastecimiento y Producción, que a través de las organizaciones locales distribuyen cajas de alimentos a precios subsidiados. Estas cajas contienen algunos de los productos más importantes de la dieta venezolana, como harina de maíz, pasta, arroz y caraotas.
(2) Unidos San Agustín Convive y el Colectivo Surgentes recibieron un premio en la Bienal Internacional de Educación en Arquitectura para la Infancia y Juventud, por su proyecto con los niños y niñas de la comunidad para transformar (pintar) una escalera en un río.
Foto de portada: «Alimenta el Poder Popular» (Foto: Ricardo Vaz)
Fuente: Investig’Action