Portugal, la Unión Europea y el euro – Entrevista con João Ferreira (segunda parte)

La Unión Europea (UE) ha entrado en una fase turbulenta. Todos estos años de crisis y austeridad brutal han tenido consecuencias sociales catastróficas, especialmente en los países de la periferia. En Portugal, un cambio de gobierno después de las elecciones parlamentarias de 2015 ha puesto fin a la austeridad impuesta por la troica que ha permitido una reversión de algunas políticas. Sin embargo, persisten problemas estructurales debido a la naturaleza de la UE y de sus mecanismos, en particular la moneda única. Para discutir la situación política en Portugal, las consecuencias de la entrada en el mercado único y el euro, y las soluciones a estos problemas, y otros temas tales como el ascenso de la extrema derecha en Europa, entrevistamos a João Ferreira del Partido Comunista Portugués (PCP); él es un miembro del Comité Central del PCP, Consejero Municipal en Lisboa y dos veces elegido para el Parlamento Europeo.

(Segunda parte de la entrevista. Para la primera parte clicar aquí)

 

En cuanto al euro, el PCP no está solo hoy; se reconoce ampliamente que la moneda única no funciona. ¿Por qué el euro estaba destinado al fracaso y cuáles han sido las consecuencias?

En nuestra opinión, el euro no ha fracasado. Había objetivos que fueron comunicados a los pueblos, pero la cuestión es saber si se trataba de los verdaderos objetivos del proyecto. Desde nuestro punto de vista, no lo eran. El euro fue desde el principio un proyecto político del gran capital europeo. Un proyecto que tenía dos objetivos principales: reducir los costos unitarios de la mano de obra, lo que significa transferir la riqueza del trabajo al capital, y por otra parte, bajo la égida de satisfacer las exigencias de la moneda única, atacar a los servicios públicos y privatizar los sectores económicos estratégicos. Es con el pretexto del euro y acomodándose a sus exigencias que los salarios reales han sido reducidos (la llamada «moderación salarial«), que un sinnúmero de empresas públicas han sido privatizadas, en algunos casos, incluso en sectores estratégicos enteros; las funciones sociales del estado fueron atacadas, lo que ha supuesto una reducción del gasto en salud, educación, seguridad social, etc. El euro ha, pues, permitido conseguir esos objetivos.

Por ejemplo, una década después de la creación de la moneda única, los beneficios en la zona del euro aumentaron un 30%, mientras que los costes laborales unitarios cayeron un 1%. Esto ha ocurrido, en mayor o menor grado, en numerosos países. Esto sucedió en Portugal y sucedió en Alemania. En Alemania, por ejemplo, las ganancias han aumentado 80 veces más rápidamente que los salarios. Por lo tanto, el euro ha alcanzado sus objetivos políticos; es por ello que reiteramos que el euro es un proyecto político del gran capital europeo. Por supuesto, se ha prometido a la gente que el euro reduciría el desempleo, produciría tasas de crecimiento en torno al 3% al año, aumentaría los salarios, y daría lugar a una convergencia de salarios en el conjunto de los países de la zona del euro. En retrospectiva, esto es lo que ha ocurrido en Portugal:

  • el desempleo no ha disminuido, se ha más que duplicado y está constantemente por encima del 10%.
  • el crecimiento acumulado después de una década y media en la zona euro es nulo, lo que significa que los últimos quince años se han perdido.
  • no sólo los salarios no han convergido con los de otros países sino que, de hecho, continúan divergiendo.
  • el déficit de nuestra balanza comercial ha empeorado y la deuda ha explotado.
  • la producción agrícola e industrial ha disminuido durante varios años, y esto también se ha verificado en otros países de la periferia.

 

Todo esto ha sido el resultado del euro. Lo contrario de lo que se prometió es lo que realmente ha sucedido. Ahora no podemos decir que los objetivos declarados públicamente eran los objetivos reales del proyecto. No son más que promesas hechas para hacer participar a la gente en el proyecto. Mientras que los objetivos reales del euro, se han ciertamente cumplido.

El desempleo en Portugal desde la adopción del euro (datos del Instituto Nacional de Estadísticas portugués)

Más allá de estos objetivos, el euro ha servido para profundizar la integración capitalista europea con una política de hechos consumados. Hoy se nos dice que el euro ha ido mal porque estaba cojo. Y ese es el pretexto para ir aún más lejos en el proceso de integración. En ese momento, ya sabíamos muy bien que la estructura del euro no estaba completada, que no se trataba de una unión monetaria bien concebida, pero nadie parecía preocuparse tampoco.

 

En el último comunicado del Comité Central del PCP, se anuncia una campaña para la liberación del país de la sumisión al euro. ¿Qué esperan conseguir?

Con esta campaña, nuestro objetivo es dar a conocer y compartir con toda la sociedad portuguesa un hecho que es bastante obvio hoy día: el euro ha llevado al empobrecimiento, al retroceso, a la deuda y la dependencia extranjera. Y no hay ninguna perspectiva de revertir el curso sin romper con la sumisión al euro por todas las razones que ya hemos explicado. De hecho, eso es muy evidente cuando se tienen en cuenta todas las políticas que se han impuesto en el país bajo el pretexto de permanecer en la moneda única. Consecuentemente, el país debe liberarse; debe reencontrar un instrumento importante que es su soberanía monetaria. Y con ella también viene una soberanía reforzada sobre las cuestiones presupuestarias y de cambios y también ciertas formas sobre las cuestiones fiscales.

En efecto, la soberanía monetaria es una herramienta esencial, ya que en su ausencia, los únicos factores de ajuste en períodos de crisis económica son los salarios y los puestos de trabajo. Esto es lo que hemos visto últimamente, recortes de salarios y aumento del desempleo. Necesitamos una mayor soberanía para que, en el ámbito monetario, pero también en la esfera económica en general, dispongamos de una moneda ajustada a la estructura productiva del país, que es significativamente diferente de la estructura productiva de un país como Alemania. La sumisión a la misma moneda conllevará necesariamente divergencias económicas como las que hemos visto, es por eso que el país debe ser liberado de esa influencia. Y esta liberación no sólo es necesaria, es posible y viable.

 

Si puedo hacer de abogado del diablo, salir del euro también comporta sus propios riesgos, especialmente a corto plazo. ¿Los tiene el PCP en cuenta?

La salida de la zona euro no es un proceso políticamente neutro. Preconizamos dejar el euro en el contexto de una política patriótica y de izquierdas («política patriótica e de esquerda«). Es decir, el proceso de salida del euro que defenderá los salarios, las condiciones de vida y los ahorros de la gente. La que se asegurará de que los que más se han beneficiado de su presencia en el euro sean los que lleven la mayor carga de esa salida. Una salida del Euro dirigida por un gobierno de la derecha puede tener consecuencias muy negativas. Es por esto que decimos que ello no puede ser un proyecto políticamente neutral.

El Partido Comunista celebró su XXº Congreso en diciembre de 2016

Y cuando argumentamos a favor de una salida del euro de izquierdas, esto requiere coordinarla con otras medidas, dos de las cuales son de gran importancia. La primera es la renegociación de la deuda en sus montos, plazos y tasas de interés, con el fin de reducir significativamente el servicio de la deuda e incluso eliminar un componente que juzgamos ilegítimo. El segundo es el fortalecimiento del control público sobre el sector bancario. Se trata pues de tres medidas que, desde la perspectiva del Partido Comunista, están profundamente vinculadas. Hemos presentado una propuesta al Parlamento, que plantea específicamente librar al país de esas tres coacciones, el euro, la deuda y el sector bancario privado, y en cambio ofrecer soluciones integradas para cada una de ellas.

 

Son problemas inseparables…

Sí, sin duda, y así pues, cualquier respuesta debe también ser construida de manera integral. Algunos de los principales vectores de la alternativa política, patriótica y de izquierdas que defendemos y que debería articularse con la liberación del euro incluyen: la defensa y promoción de la producción nacional, la recuperación de los sectores estratégicos de la economía, el aumento de los salarios de los trabajadores, el fortalecimiento de los servicios públicos, etc. Defendemos esta necesidad de liberarnos del euro, no de forma estéril, sino en el contexto de esta política patriótica y de izquierdas. Lo que la realidad ha demostrado, y la experiencia griega nos da una lección que no puede ser ignorada, es que no es posible poner en práctica una política de izquierdas en el marco del euro y de las coacciones asociadas a la unión económica y monetaria.

 

Mucha gente dice, incluso en el centro-izquierda, que un solo país no puede hacerlo en solitario y que es preciso un esfuerzo coordinado con otros países en circunstancias similares…

Creemos que es muy importante coordinar los esfuerzos con otros países y con otros partidos comunistas y progresistas. Pero no creemos que un país deba permanecer inmóvil hasta que haya un cambio en las estructuras supranacionales. Sobre todo porque estas estructuras supranacionales han demostrado repetidamente a quienes servían. En consecuencia, cambiar la situación en Europa requiere regresar a la correlación de fuerzas de cada país, son necesarios cambios en cada país. Y los cambios en un país pueden a su vez apoyar cambios similares en otros países. Incluso en la cuestión del abandono de la moneda única, hemos defendido la necesidad de unir nuestras fuerzas a nivel europeo, empezando por supuesto por los países que presentan escenarios similares. Por lo tanto, no dependemos de lo que consideramos necesario a nivel nacional de cambios anteriores a nivel europeo. Cualquier cambio que pudiéramos impulsar a nivel nacional puede dar lugar a cambios en el ámbito europeo. Una vez más, la historia griega es instructiva en ese punto. Hay que tener mucho coraje, mucha determinación y una voluntad de romper con el chantaje y las presiones de la Unión Europea. La solución no es someterse a ellos.

João Ferreira ante el Parlamento Europeo

 

Tomando todas estas consideraciones en cuenta, ¿el PCP aboga por una salida unilateral de la UE?

No ignoramos la naturaleza del proceso de integración capitalista, y no tenemos ninguna ilusión sobre lo que podría aportar. Se ha demostrado que la UE no es reformable. Esto no quiere decir que no aboguemos por un proceso de cooperación/integración diferente entre los Estados libres, soberanos e iguales en Europa, pero es un proceso que, en sus principales características, es diametralmente opuesto a lo que la UE defiende. Y no hablo de «lo que la UE defiende hoy», me refiero a lo que siempre ha defendido. La primacía de la libre circulación de capitales en el mercado único sobre los derechos sociales y de los trabajadores, por ejemplo, está grabado en los tratados desde el principio. Es por esto que este proceso no es reformable desde nuestro punto de vista. Lo que tenemos que hacer es construir sobre las ruinas de este proceso manifiestamente sin aliento, un nuevo proyecto de cooperación entre los Estados europeos. Y apoyamos esta lucha, lo que necesariamente implica enfrentándose a las imposiciones de la UE, preservando los intereses nacionales frente a esas imposiciones, y que provocará seguro rupturas. A corto plazo, una ruptura con la moneda única, pero otras rupturas a más largo plazo con otros instrumentos y mecanismos de la Unión Europea. En cuanto a las características específicas de esas rupturas, la lucha en sí misma las determinará. Nos sería muy fácil proclamar que «dejamos la UE hoy, y mañana todos nuestros problemas estarán resueltos», pero no es así como funcionan las cosas.

 

¿Permitiría esto proporcionar una respuesta a los que tratan de confundir a «Europa» y la Unión Europea?

Absolutamente, es un punto muy importante. La UE no es «Europa» y esta confusión es deliberada, no es inocente. Esto no es Europa y ni siquiera lo sería en el caso que incluyera a todos los países europeos. Sobre todo porque la UE se enfrenta hoy a los aspectos fundamentales de una herencia completa, a valores y a realizaciones de los pueblos europeos. La UE es un proceso de integración de los Estados europeos, este no es el primero y sin duda no será el último.

 

Pasemos a otro tema; estamos asistiendo a un aumento de la extrema derecha. ¿De dónde viene la causa?

Esta emergencia de la extrema derecha está estrechamente ligada a las políticas de la Unión Europea a lo largo de toda su historia. Se trata de políticas que agravan las desigualdades sociales dentro de cada país, que exacerban las divergencias entre los países, políticas que han evolucionado hacia lo que ahora consideramos como relaciones de naturaleza neocolonial. Hemos asistido a procesos de opresión pura y simple dirigidos por la Unión Europea contra los Estados individuales. Estas políticas antisociales que generan desigualdades, la pobreza y la exclusión social, además de estos procesos de opresión nacionales, y además tienen una dimensión muy clara de opresión de clase, creando las condiciones para la emergencia de las fuerzas de extrema derecha. Esto es particularmente cierto en los países donde las fuerzas revolucionarias y patrióticas de izquierdas han sido debilitadas.

Las fuerzas de extrema derecha son muy oportunistas e intentan siempre sacar ventajas de estos contextos. A fin de cuentas, no quieren cuestionar el sistema capitalista, sino presentar una nueva alternativa para su supervivencia. El sistema se enfrenta a una crisis fundamental y debe haber diferentes opciones para preservar su supervivencia. La extrema derecha y el fascismo son un recurso que se puede utilizar, tal y como se ha utilizado en el pasado, para asegurar la supervivencia de un sistema que es profundamente deshonesto e injusto. Ahora, en el contexto europeo, la UE ha allanado el camino claramente a ese tipo de políticas. Un ejemplo emblemático ha sido la respuesta de la UE de cara a la llamada crisis de los refugiados; y las políticas de carácter claramente xenófobo que la propia UE ha adoptado acaban por alimentar estas fuerzas de extrema derecha.

 

¿Merece la socialdemocracia igualmente una parte de responsabilidad?

La socialdemocracia es una de las dos cabezas del sistema. En esencia, hay dos cabezas, la derecha y la socialdemocracia, que comparten la responsabilidad en la manera en que las cosas se han desarrollado en Europa a través del tiempo y hasta hoy. La «traición» de la socialdemocracia en relación a los intereses de las clases trabajadoras y de los pueblos, defendiendo y aplicando intensamente las políticas neoliberales, especialmente desde la década de 1980, ha jugado un papel importante en la evolución de la situación en que nos encontramos hoy.

 

El Partido Comunista siempre se define como un partido marxista-leninista. ¿Sigue estando de actualidad el marxismo-leninismo hoy en día?

En nuestra opinión, lo está. El marxismo-leninismo es una herramienta, un instrumento muy valioso para analizar la realidad; un instrumento que en sí mismo tiene aversión a las posiciones dogmáticas y a la visión esquemática y estática de la realidad. Es un instrumento que nos guía en el análisis y la comprensión del mundo, pero también nos muestra cómo transformarlo. Hay una herencia incontestable en la que Marx, Engels y Lenin han hecho contribuciones decisivas, pero que también se enriquece con todas las experiencias que han tenido lugar a través del mundo. Por lo tanto, es un instrumento de análisis y de transformación de la vida de la auténtica gente, enriquecido con todas las luchas del mundo.

Jerónimo de Sousa, Secretario General del PCP, hablando en la apertura de las celebraciones del centenario de la Revolución de Octubre

 

Este año celebra el centenario de la Revolución de Octubre. ¿Qué importancia debemos atribuir a este evento?

La Revolución de Octubre fue un acontecimiento importante en la historia de la humanidad. Por primera vez en la historia, los que estaban en el fondo, los que durante siglos, milenios, fueron objeto de explotación y opresión, demostraron que podían tomar el poder y dirigir su destino ellos mismos y construir un Estado obrero. Hubieron intentos anteriores, pero esta fue la primera vez en la historia en que, «tomando el cielo por asalto» (1), los que habían vivido eternamente explotados y oprimidos, decidieron tomar el poder y construir su propio Estado.

Importantes logros que forman parte de nuestras vidas, incluso en los países capitalistas occidentales, son inseparables de esta experiencia y de la Revolución de Octubre. Cuestiones que van desde la igualdad de género, los derechos sociales y laborales, la licencia de maternidad, los derechos de las familias, la baja por enfermedad, el derecho a vacaciones pagadas, todo lo que ampliamente se agrupa en el llamado «estado de bienestar», que por lo general se asocia con la Europa de postguerra, es en realidad el resultado de la Revolución de Octubre y los logros que siguieron. En numerosos países, los capitalistas han tenido la necesidad de hacer concesiones para contener el auge del movimiento obrero, cuyos avances más importantes se han inspirado en los logros de la Revolución de Octubre.

No es por azar que el fin de la URSS coincidiera con una ofensiva contra todos estos logros en Europa.

 

¿Qué es lo que los comunistas deberían retirar de la Revolución de Octubre y la experiencia de la Unión Soviética que siguió?

La Revolución de Octubre es un evento esencial y una importante fuente de inspiración en nuestra lucha por una vida mejor y un mundo mejor. No se trata de copiar una receta o un modelo dado. El PCP siempre ha sido muy claro al respecto. Se trata de extraer la inspiración y lecciones para un proceso que cada pueblo emprenderá con sus propios medios, por su propia voluntad y con sus condiciones materiales específicas en el desarrollo de la lucha. Decimos habitualmente que todas las naciones llegarán al socialismo, pero cada una llegará siguiendo su propio camino.

Esta experiencia – que marcó el comienzo de una nueva era histórica – debe ser analizada y tenida en cuenta en su totalidad por los comunistas: con sus enormes logros, sus muchos éxitos, pero también sus debilidades, sus fracasos y sus errores, algunos profundos, que igualmente se han producido. Pero la verdad es que no podemos decir que el mundo vaya mejor desde la desaparición de la Unión Soviética. Bien al contrario, es mucho más peligroso y, en muchos países, se han producido importantes retrocesos en términos de derechos y de condiciones de vida para la mayoría de la población.

En resumen, yo diría que celebrando este centenario, debemos subrayar la importancia universal de la Revolución de Octubre, apreciar las conquistas y los logros de la Unión Soviética y su papel decisivo en los avances revolucionarios del siglo XX, aunque destacando la desaparición de un modelo que se alejó del ideal y del proyecto comunista, lo que no pone en cuestión el curso de la historia y la necesidad del Socialismo. De hecho, eso da más fuerza a nuestra lucha por construir una sociedad sin explotadores ni explotados, sin opresión, la lucha por el socialismo y el comunismo.

 

Notas:

(1) Esta expresión fue utilizada por Marx en referencia a la Comuna de París.

Foto de portada: Mural en la sede del Partido Comunista de Lisboa

 

Traducido del francés por Carles Acózar para Investig’Action

Fuente: Investig’Action

 

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