Jean Lavalasse sobre la crisis en Haití: “¡Las bandas no caen del cielo!”

“Un extranjero ha vuelto a hablar en mi nombre”, comenta el conocido periodista Lyonel Trouillot. “El pueblo haitiano pide la intervención de una fuerza internacional de mantenimiento de la paz”, es una frase que se lee o se escucha regularmente en los grandes medios de comunicación internacionales, pero que resulta ser engañosa.


 

El editorialista de AyiboPost explica: “Hay un gobierno de facto y un puñado de asociaciones empresariales que piden una intervención militar extranjera. Dudo que este pequeño grupo pueda considerarse la voz del pueblo haitiano”. El autor lo repite de diferentes maneras para que se entienda claramente: “El ‘pueblo haitiano’ sabe que llevar a cabo tal petición sólo permitiría a este poder de facto mantenerse.”

Desde hace muchos meses, reina el caos en Haití, como informan RFI y otros grandes medios de comunicación. En el semanario francés Marianne, el articulista habla de “tsunami permanente”, de “perla de las Antillas”, de “pesadilla a cielo abierto”, y todos los superlativos sirven para describir el ambiente que reina, o más bien que reinaría, en Haití, a los ojos de un periodista occidental que sin duda nunca ha puesto un pie en el país. En efecto, las bandas proliferan y asesinan a mucha gente. Pero, ¿basta con alertar regularmente sobre la violencia sin dar las razones de la misma? Entrevistamos a Jean Lavalasse, fotógrafo y documentalista haitiano residente en Bruselas, para saber más sobre las bandas.

 

¿Cómo describiría la crisis de Haití? ¿Es una crisis humanitaria además de política?

La crisis está ahí en todos los sentidos de la palabra: es social, ideológica, política y económica. En todas partes se repite que el Estado haitiano ha incumplido sus obligaciones. Pero no es así. De hecho, durante mucho tiempo, el Estado de Haití, a través de sus dirigentes no elegidos, preparó un plan macabro para poner al pueblo de Haití bajo la tutela del imperialismo estadounidense.

Este gobierno contra el pueblo se remonta a la época del gobierno de René Préval, aunque por supuesto siempre se puede ir más atrás. El primer ministro Bellerive, títere de la burguesía haitiana, se organizó con ciertos partidos políticos para ofrecer el país a los dominicanos y a los estadounidenses. Con la llegada al poder de Michel Martelly, fruto de un acuerdo entre el gobierno de Préval y el imperialismo estadounidense, la era del PHTK (Parti Haïtien Tèt Kale) hizo una entrada triunfal. Haití estaba abierto a los negocios.

Retrocederé un poco para hablar de este hombre y de su papel: Martelly fue electo bajo la bandera del partido Repons Peyisan [Respuesta Campesina]. Una vez en el poder, creó su propio partido: el PHTK. Uno de los muchos elementos que muestran el dominio del poder, es que los simpatizantes tenían que llevar un pequeño brazalete para demostrar que eran miembros del partido. Incluso los ministros llevaban el brazalete. Durante sus cinco años en el poder, lo único en lo que hizo hincapié fue en el carnaval. No había perspectivas para la población.

Durante cinco años, el país estuvo sumido en una crisis. Michel Martelly, aconsejado por algunas personas de su entorno, buscó a un ambicioso campesino negro: Jovenel Moïse. Algunos políticos le veían como el salvador. Para darse credibilidad, Jovenel Moïse habló de caravana y de cambio, teniendo especialmente en cuenta al campesinado, muy importante en el país. La caravana es una forma de decir “voy a visitar al campesinado”. Aunque se trataba de marketing, por supuesto, se puso en contacto sobre todo con los grandes terratenientes. Sus padres son terratenientes, y él se basaba en eso, diciendo que venía del campo. Tras su elección amañada, Martelly y sus secuaces pagaron a gente para que apoyara a Jovenel. El Core Group, el sector imperialista dominado por Francia, Estados Unidos y los canadienses, estaba al corriente de todas estas maniobras.

Ahora hay todo un asunto que está resurgiendo. Martelly daba las órdenes, y el entorno de Jovenel procedía de la red de Martelly. Tras cuatro años en el poder, Jovenel quiso destacar por sus asuntos personales. Desarrolló su propio pequeño equipo de bandas. En una ocasión declaró “el poder que tengo en mis manos, nadie puede venir a quitármelo”. Que Jovenel fuera asesinado no significa que fuera un buen hombre: todo el mundo lo odiaba. Por ejemplo, le hizo un favor a Trump votando contra Venezuela. No era más que un servidor del Core Group.

Jovenel Moïse estaba rodeado de los astutos secuaces de Michel Martelly. Incluso sus guardaespaldas fueron puestos allí por Martelly. En realidad era Martelly quien ordenaba y Jovenel quien actuaba. Nombró a los ministros más importantes. Y controlaba los sectores estratégicos para organizar la corrupción. A medida que Jovenel Moïse fue tomando gusto por el poder, empezó a preparar su plataforma para la reelección, en lugar de la de Martelly. Se produjo, por tanto, un importante conflicto de intereses entre Jovenel Moïse y Martelly.

Al mismo tiempo, algunas organizaciones trabajaban en una tarea fundamental: detectar a los verdaderos enemigos internos de Haití. Me refiero al análisis de las clases sociales, a seguir elevando el nivel de conciencia de los campesinos y de la clase obrera, y a participar en los movimientos por unos salarios más altos para los trabajadores de las fábricas.

Organizaciones como Papda, Rasin Kan Pèp La, Nou Pap Dòmi, Mouvman Peyizan Papay, la Liga Antiimperialista, el Nuevo Partido Comunista Haitiano, las OP (organizaciones populares) y Pitit Dessalines están trabajando realmente en el seno del pueblo.

Las bandas no caen del cielo, hay toda una historia detrás, que se remonta a los Duvalier; se trata de los famosos Tontons Macoutes [término utilizado para designar a la policía secreta y milicia personal del dictador haitiano François Duvalier, organizados en forma de grupos de paramilitares que prestaban apoyo a su régimen].

 

Entonces, ¿fueron las fechorías de Martelly las que llevaron a la muerte de Jovenel y a la proliferación de las bandas?

Absolutamente, y hoy ha alcanzado un punto álgido que hay que explicar. Una vez que el ex presidente ilegítimo Michel Martelly pudo colocar a sus secuaces para que apoyaran todos sus proyectos, Martelly y su primer ministro Laurent Salvador Lamothe dijeron que Haití estaba abierto a los negocios. El turismo, con l’Île-à-Vache (Isla de la Vaca) como telón de fondo, iba a recibir a los turistas y generar divisas. En realidad, ésta fue una de las razones de la llegada de la droga a Haití. Martelly creó sus propias bandas para facilitar estos proyectos de inversión inmobiliaria. El gobierno reaccionario de Lavalas también explotó a la policía y a los grupos armados. Todo giraba en torno al turismo y las fiestas. La Isla de la Vaca era un reflejo de este gobierno. En todos los sentidos de la palabra, porque para encontrar trabajo, para hacer cualquier cosa, se necesita un patrocinador. Incluso los diplomáticos tienen que pagar algo a su padrino, una cantidad mensual a la persona que los colocó.

La Isla de la Vaca es de donde vienen las drogas. Martelly quería hacer de la isla un paraíso, pero era para vender drogas. Los campesinos fueron expulsados de sus tierras y explotados, y se empobrecieron. Martelly y Lamothe desplazaron a estos agricultores de la isla.

 

Así que las bandas no son sólo jóvenes perdidos en busca de dinero fácil…

Hay bandas estatales, bandas de partidos políticos. También hay otros grupos armados creados por miembros de la burguesía haitiana. Hay casas protegidas por guardaespaldas, y ésta es otra categoría de vida humana en Haití, mientras la inmensa mayoría de la población vive en la extrema pobreza.

No olvidemos que Martelly llegó al poder gracias a la intervención de la familia Clinton, que impuso  su pase a la segunda vuelta de las elecciones, ¡a pesar de que los resultados reales demostraron que no había pasado! Esto evidencia claramente el papel crucial del imperialismo estadounidense. Y Martelly, sin pudor, había creado sus bandas, como el PHTK. Luego estaban las bandas creadas por Jovenel Moïse, que antes también estaba en el PHTK, donde se produjo la amalgama explicada anteriormente. Esta situación provocó una enorme confusión, y a veces la gente de fuera del país no acababa de entenderlo.

 

A pesar de los titulares internacionales que muestran al pueblo haitiano como si fueran sólo víctimas…

Sí, pero no hay fatalidad. Basándose en la frase “el tiempo juega a nuestro favor”, algunas organizaciones han perseverado en sus esfuerzos de sensibilización. Hay muchas organizaciones y partidos clandestinos sobre el terreno: el nuevo partido NPCH – Nuevo Partido Comunista Haitiano, por ejemplo, la Liga Antiimperialista…

Estas organizaciones trabajan con la población para elevar su nivel de conciencia. Ayudan a los trabajadores cuando van a la huelga. Digo esto para subrayar que no es a través de los libros, de la propaganda dominante como se proporciona la información. Hay que ver el trabajo de Papda y otras organizaciones en las fábricas. Estas organizaciones están sobre el terreno para obtener información, para formarse ideológica y políticamente, conviviendo con las masas en lucha. El gobierno ha perseguido recientemente a activistas del movimiento campesino Papay.

 

¿Cuál es el vínculo entre las drogas, Colombia y Haití?

Con el permiso de la administración Trump, el gobierno de Jovenel Moïse pidió ayuda al gobierno colombiano [1] para luchar contra los secuestradores y las bandas. La portavoz de la policía nacional hizo la siguiente declaración: “Para ayudarnos a luchar contra las bandas, los estadounidenses van a vigilar el mar, Canadá va a formar a nuestra policía y los colombianos van a acelerar la formación de la policía antipandillas”. Dieciocho colombianos llegaron para hacer frente a las bandas. Los colombianos son la hojilla que Estados Unidos envía a todas partes para sembrar el terror. Para dar las gracias a Trump, Jovenel Moïse fue a la ONU a votar contra Venezuela [2]. Las organizaciones progresistas y los patriotas protestaron abiertamente contra esta posición.

Con el asunto Petrocaribe, la idea era crear una zona turística libre, pero en realidad era una estafa para despojar a los campesinos de sus tierras y fomentar la corrupción con los fondos de Petrocaribe. Moïse también estuvo implicado en el tráfico de drogas, siguiendo los pasos de Martelly. Estaba empapado hasta los huesos en este negocio.

Procedentes de Jamaica, hay pequeñas embarcaciones que se acercan a la costa haitiana y hacen la travesía fácilmente, en un día. Estados Unidos dice vigilar esta zona, pero ya sabemos lo listos que son los estadounidenses en este terreno: ya cometieron fechorías en Nicaragua, si hablamos de maniobras relacionadas con la droga.

 

En este caos bien organizado, ¿qué pasa con la celebración de elecciones?

El imperialismo norteamericano ya se ha organizado rápidamente, junto con los canadienses, para saber a quién hay que poner en el poder después de Jovenel. Ariel Henry es el hombre de Estados Unidos. Él también tuvo que ver con la muerte de Moïse, porque el imperialismo tiene tanta importancia que no se puede dejar nada al azar. Nosotros, como parte de la sociedad haitiana, ya hemos pedido que se permita a la esposa de Jovenel decir unas palabras. Porque ella estaba allí, ya estaba implicada en la muerte del brigadista Dorval.

La gente pide justicia para Jovenel, pero fueron sus propias tropas las que le asesinaron. Todos los que le rodeaban eran hombres de Martelly. Se defendió muy mal.

 

¿De qué manera?

Guardó silencio, nunca quiso hablar. Un día envió tweets diciendo “Ustedes sabrán la verdad”. Pero luego no dijo nada. Un antiguo diputado proclamó: “Fue el padrino quien mató a su ahijado”. Martelly debe enfrentarse a la justicia.

Las elecciones son un tema que se sigue aplazando. Ariel Henry se reunió con los dos grupos, el del acuerdo del 11 de septiembre y el del Acuerdo de Montana. Todo esto se ha sobreutilizado pero no ha pasado nada desde entonces.

Sobre el tema de las elecciones, Ariel y su gobierno maniobran con Madame Manigat, miembro del Alto Consejo de la Transición, y otros partidos políticos para hablar de elecciones. La operación Bwa Kale está en la calle. Está causando malestar en el gobierno actual.

El embajador de Haití en Washington pidió la intervención, pero eso no funcionó. La OEA también lo ha pedido. Nadie quiere venir. La situación es tan complicada que cualquier desembarco podría perturbar a América Latina. Los estadounidenses han dicho que los haitianos deben tomar cartas en el asunto.

Algunas partes dicen que el Acuerdo de Montana es más creíble, incluye a más gente que el Acuerdo del 11 de septiembre. Hay una hoja de ruta. Pero, sobre todo, está la raíz del problema: hay mucha complejidad porque el Primer Ministro está implicado en la muerte de Jovenel. Simplemente no debería seguir allí. Continúa porque le apoyan ciertos partidos políticos, gran parte de la burguesía comercial y también la burguesía internacional que tiene intereses en el país. Por eso continúa el problema de las bandas, para asustar a la población y mantener el negocio.

 

¿Cómo describiría la actual injerencia de la ONU?

Decir que la ONU puede resolver los problemas sin los haitianos, es solo palabrería. Tras el golpe de Estado contra Aristide en 2004, pasamos de la Minustah a la UNIHRO, y ahora hablamos de problemas de justicia, ¡es una broma! Ha habido un fracaso total por parte de la ONU, que pretende arreglárselas sin los haitianos. Nadie puede inmiscuirse en nuestros asuntos internos. Si se hubiese desatado una guerra civil tras la muerte de Jovenel, los países interesados en Haití podrían haber intervenido desde el exterior. Pero nadie salió a la calle tras su muerte.

 

Tras las movilizaciones de 2018, ¿podemos decir que las calles están cansadas en este momento?

No se habla mucho de ello, pero en toda esta caótica situación política, la clase trabajadora se moviliza y reclama mejores condiciones salariales. Ha habido huelgas, así que no debe pensarse que no pasa nada. De hecho, estas han tenido tal repercusión que la embajada de Estados Unidos vino al país para decir que no debería haber aumentos salariales.

Creo que la muerte de Jovenel sorprendió a la movilización que había habido en las calles en los meses anteriores. Faltaba organización, faltaba liderazgo. Hubo incoherencias internas que hicieron que el movimiento fuera incapaz de aprovechar la oportunidad que representaba la muerte de Jovenel. Este vacío organizativo dio tiempo a las fuerzas reaccionarias y al imperialismo para sacar ventaja convirtiendo a Jovenel en un mártir. Y hoy, con la participación en este poder corrupto e inútil de algunos de los adversarios de Jovenel, la propaganda contra la sinceridad de los movimientos encuentra un terreno fértil para desarrollarse.

 

Notas

[1] En julio de 2021, Oliver Dodd comentaba en Jacobin sobre los mercenarios colombianos: “De los veintiséis colombianos identificados como implicados en el asesinato del presidente haitiano, al menos trece eran antiguos soldados del ejército colombiano y dos han sido investigados por su implicación en crímenes de guerra. Al menos siete de los mercenarios colombianos implicados en el asesinato de Haití recibieron entrenamiento directo estadounidense, aunque el Departamento de Estado de EEUU, como es habitual, se ha mostrado muy ambiguo sobre lo que se les enseñó exactamente. Varios de ellos tienen vínculos con los servicios de inteligencia estadounidenses, incluido al menos uno estrechamente relacionado con la DEA”.

Continúa, confirmando los comentarios de Jean Lavalasse sobre el papel de la derecha colombiana: “La empresa que reclutó a estos mercenarios colombianos, CTU Security, con sede en Miami, pertenece a un empresario venezolano, Tony Intriago, que mantiene relaciones con el presidente derechista colombiano Iván Duque. Intriago ayudó a organizar el ‘Concierto de ayuda humanitaria’ de febrero de 2019 en Cúcuta, en la frontera entre Colombia y Venezuela, destinado a socavar al Gobierno venezolano.

Se ha confirmado que mercenarios colombianos han participado directamente en operaciones en Irak, Afganistán y Venezuela. Decenas de empresas de mercenarios con sede en Colombia han sido contratadas por Arabia Saudí para luchar en Yemen. También se exportaron mercenarios colombianos a Honduras para defender intereses territoriales y más tarde se descubrió que estaban implicados en el golpe de 2009 contra Manuel Zelaya. De los 3.100 millones de dólares que Estados Unidos gastó entre 2005 y 2009 en operaciones de contrainsurgencia y antinarcóticos contratadas de forma privada, las empresas colombianas fueron las principales beneficiarias. Si necesitas mercenarios para hacer tu trabajo sucio, especialmente de naturaleza reaccionaria, los colombianos son una buena inversión”.

[2] Como nos dijo Jean Lavalasse en una entrevista publicada anteriormente: “La ayuda de Venezuela fue muy valiosa. Tras el último terremoto, Venezuela se ofreció a ayudar. Caracas está estrechamente vinculada a Haití. No sólo geográficamente, sino también históricamente. En el siglo XIX, la revolución de Bolívar pudo contar con la ayuda eficaz de Haití en su lucha por la liberación.

El presidente Moïse fue utilizado por Estados Unidos en su lucha contra el gobierno progresista de Venezuela. El gobierno haitiano apoyó todos los intentos de ‘cambio de régimen en Venezuela’. Las principales fuerzas antiimperialistas de América Latina y el Caribe han tomado nota de ello y han criticado al presidente Jovenel Moïse y a su camarilla.”

 

Foto de portada: Un hombre participa en una protesta cerca de la estación de policía de Petion Ville  en Puerto Príncipe, después de que el presidente haitiano Jovenel Moïse fuera asesinado. (Foto de Richard Pierrin/Getty Images)

Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action

Fuente: Investig’Action