Haití : el terremoto diario

Durante su gira por el Caribe, el mes pasado, que le llevó en particular a Cuba, el presidente François Hollande aprovechó la oportunidad para hacer escala en Haití, el país más pobre de las Américas. Breve repaso de la historia y del presente de una nación herida por el colonialismo francés y el imperialismo norteamericano.

Recuerden : era el 12 de enero del 2010. Un terremoto asola Haití y su capital : Port-au-Prince. Un país sumido en el caos total ; decenas de miles de muertos ; miles de personas echadas a las calles.

Frente a esa tragedia la solidaridad internacional se organiza. Acorren las ONG y aportan las primeras atenciones y tratan de salvar vidas. Afluyen medicamentos, productos alimentarios, agua…

Por su parte, todos los canales televisivos abren sus telediarios sobre ese acontecimiento apocalíptico. Ediciones especiales en todas las emisoras de radio y televisión. Allá van los periodistas para informar de la situación local. Se filma a la gente muerta por las aceras, los edificios derrumbados, la desesperación de los habitantes, la dosolación que reina. Medios, políticos, todos se esmeran en hacer alarde de señales de amistad para con el pueblo de Haití que padece una de las catástrofes más terribles de su historia. Proliferan las declaraciones que expresan la solidaridad de los países occidentales con Haití. Eso es lo que tenemos en cuanto a lo que reza con la fraternidad y la solidaridad de pura fachada.

Y es que en realidad, para decir la verdad, ese terremoto que Haití ha conocido hace cinco años, se reproduce cada día en medio de la indiferencia general de la famosa « {comunidad internacional} ». Todos los días o casi, Haití ve a sus hijos morirse de hambre, de desnutrición, de enfermedad. Y de esta realidad, ninguno de esos medios imperantes y ninguno de esos países ricos del planeta jamás se ha conmovido verdaderamente. La diferencia es que esta catástrofe que cada día conoce el país caribeño no es natural sino económica, política, social y humanitaria. Ya van más de dos cientos años que el terremoto en Haití empezó y desgraciadamente no lleva trazas de acabar.

{{Colonialismo, deuda, imperialismo : el martirio de Haití}}

Para entender la situación espantosa que asola Haití desde hace decenios es más que urgente volver à las fuentes, a las causas que hicieron de ese país de la América Central una de las naciones más pobres del planeta. La Historia nos ayuda a entender mejor el presente.

En 1665, Francia se apodera de la parte occidental de la isla La Hispaniola entonces bajo dominio español. Este nuevo territorio bautizado Santo-Domingo cobrará el nombre de Haití en 1804. La nueva colonia francesa se especializa entonces en la producción y exportación de café, azúcar, tabaco con destino al continente europeo. Para conseguir sus negocios los colonos necesitan una enorme cantidad de mano de obra y ésta vendrá de África. Miles de esclavos llegan para trabajar en el campo. Santo-Domingo se vuelve entonces una tierra en donde el racismo y la explotación de los negros es ley común. La sociedad está sumamente jerarquizada y osificada. Es una sociedad de castas como las que existen en todo el continente americano colonizado de aquella época. En la cúspide de la jerarquía se encuentra la alta aristocracia blanca compuesta de latifundistas de origen europeo, luego vienen los otros blancos que poseen menos poder político y social, los mulatos que son los mestizos que poseen menos poder económico que cualquier blanco de la isla y, por fin, los esclavos, los parias de la tierra, que componen el 86% de la población total de Santo-Domingo y que carecen de todos los derechos, que están sometidos al trabajo forzoso y condenados a la sumisión.

Veinte años más tarde, en 1685, el texto jurídico « {más monstruoso que produjeron los tiempos modernos} » (1) es aplicado por Francia ; se trata del Código Negro. Éste establece la serie de obligaciones impuestas a los esclavos y las sanciones a las que se exponen en caso de no obedecerlas.

En primer lugar, el esclavo es considerado como « un bien » y su propietario puede hacer uso de él a su antojo, con total libertad. Constatemos la espantosa deshumanización de la que se trata. Los esclavos son considerados como seres « {incapaces de decidir y de atenderse a sí mismos} », esto es como animales faltos de toda capacidad mental para actuar racionalmente.

Para quienes se atrevían a huir de las plantaciones los más crueles castigos estaban previstos, desde los latigazos hasta la pena de muerte, pasando por la amputación de varias partes corporales.

La liberación de los esclavos estaba supeditada a condiciones sumamente estrictas y los « libres » sólo lo eran en apariencia ya que debían seguir manifestando sumisión ante los blancos.

Sin embargo las revueltas, las destrucciones de plantaciones eran frecuentes. Los esclavos sufrían en silencio, pero pronto iban a sublevarse y poner fin a aquel sistema racista abominable.

En 1791, o sea dos años después de la Revolución Francesa, estalla una insurrección de esclavos encabezada por Toussaint L’Ouverture, esclavo también él. Va a durar trece años largos. Los trabajadores negros se declararon hombres libres y asaltaron las grandes propiedades agrícolas. El cabecilla de la revolución negra emprende una lucha sin piedad contra los verdugos franceses. Unifica a toda la isla. establece relaciones comerciales con Estados unidos e invade la parte española de Santo-Domingo lo que provoca la huída despavorida de las familias blancas hacia Cuba y Puerto Rico.

En 1801, o sea diez años después del alzamiento de los esclavos, Toussaint L’Ouverture redacta la primera constitución del país y se la envía a Napoleón. Éste no tenía pensado dejar a Haití liberarse y caer en manos de sus enemigos europeos. Por eso decidió en el acto enviar una expedición para reprimir el alzamiento y restablecer el orden. Nombró al mando de dicha expedición a un hombre de monta ya que se trataba de su propio cuñado, Victor Emmanuel Leclerc. Ochenta naves y más de cincuenta y ocho mil soldados llegaron a Haití.

Esa expedición tenía como meta última exterminar literalmente a todos los negros que hubieran participado en la sublevación como lo atestigua un párrafo de una carta de Leclerc a Napoleón : « {Ésta es mi opinión sobre este país : hay que suprimir a todos los negros de las montañas, hombres y mujeres, y sólo conservar a los niños menores de doce años ; exterminar a la mitad de los negros de las llanuras y no dejar en la colonia a un solo mulato que lleve charretera.} » Esta declaración la hubiera podido escribir Hitler a propósito de los gitanos.

Cabe decir el grado de barbarie que animaba a los militares franceses en aquel entonces. Un años más tarde, en 1802, Toussaint L’Ouverture es hecho prisionero y enviado a París donde muere en la cárcel, al año siguiente. Y otro revolucionario negro, Jean Jacques Dessalines, toma el relevo de la lucha.

La campaña napoleónica en Haití resultó un fracaso total por varias razones. Primero debido a la fiebre amarilla que diezmó al ejército francés, pero también debido a la lucha y a la resistencia encarnecida que opusieron los insurrectos haitianos.

Finalmente, en 1804, Jean Jacques Dessaline proclama la República de Haití, nombre indígena que reemplaza el nombre francés de Santo-Domingo. Rápidamente son decididas medidas radicales, por ejemplo la confiscación de las plantaciones así como una reforma que hace de los antiguos esclavos los únicos dueños de la tierra del país ya que la nueva Constitución prohibe a los blancos poseer tierras. Después de siglo y medio de esclavitud, de sumisión, de racismo, de explotación, Haití se convierte de manera heroica en el primer Estado independiente de América, pero también en la primera República negra del mundo. La revolución haitiana tuvo un impacto significativo en todo el continente ya que combatía dos crímenes históricos : el colonialismo y la esclavitud.

{{La deuda como castigo}}

Descontento por haber perdido un territorio con tantas riquezas naturales, París no tardó en reaccionar. Pero esta vez no se usaron ni los fusiles ni la armada para hacerle pagar a Haití su independencia sino un arma muchísimo más silenciosa aunque tan devastadora : la deuda.

Y así fue cómo esta última vino a sustituir los cañones y las expediciones militares. Su meta era castigar al país por haber cometido el crimen de liberarse del yugo colonial. Francia afirma explícitamente en 1825 que « {Los habitantes actuales de la parte francesa de Santo Domingo pagarán a la Caja General de Depósitos de la Delegación de Economía y Hacienda de Francia, en cinco ingresos iguales, de año en año, el primero con vencimiento el 31 de diciembre de 1825, la suma de ciento cincuenta millones de francos destinados a indemnizar a los antiguos colonos que pidan ser indemnizados.}”

De manera unilateral, la potencia colonial europea decide que Haití les ha de pagar a los colonos y eso sin que haya la menor discusión previa con el gobierno de Haití. A todas luces, Francia no ha perdido su postura avasalladora y paternalista sobre la nación caribeña. Francia exige pues que Haití pague por haber conseguido su libertad. La nueva nación independiente tiene que indemnizar a quienes durante siglo y medio han saqueado sus riquezas y puesto en esclavitud a millones de negros y eso bajo el mero pretexto de que han sido echado fuera de sus propiedades. Algo parecido a lo que hubiera ocurrido si Alemania le hubiera pedido a Francia una indemnización al acabarse la segunda guerra mundial con el pretexto de que algunos alemanes habían perdido su fortuna. Ciento cincuenta millones de francos equivalen hoy día a vientiún mil millones de euros. Veintiún mil millones de euros a pagar por haber osado gritar su sed de libertad y de independencia ; generaciones enteras obligadas de pagar indemnizaciones a unos esclavistas verdugos. Así fue cómo empezó la nueva tragedia haitiana, con {{la deuda odiosa}}.

{{Después de Francia, los Estados Unidos}}

Haití es en realidad uno de los símbolos más sobresalientes del imperialismo occidental.

Efectivamente, después de París, Washington es el que la ha emprendido con este pequeño Estado de la América Central. A lo largo de todo el siglo veinte, Estados Unidos está atento a todo lo que pasa en Haití así como en todo el continente, claro. Digámoslo de nuevo, para entender el imperialismo estadounidense en Haití, en el siglo veinte, conviene volver a estudiar la historia, retornar al año 1823 más precisamente.

Estados Unidos es entonces independiente desde hace por lo menos cincuenta años y bien tiene la intención de ser una futura gran potencia. Para conseguirlo, primero debe acabar con la ocupación colonial europea en el continente, lo cual explica la publicación, en 1823, de la « {doctrina Monroë} ». Esa doctrina, así llamada por el apellido del entonces presidente James Monroë y que dictará toda la política exterior de Washington para con las naciones caribeñas y latinoamericanas, prohibe a cualquier Estado europeo de establecer colonias en el continente americano o de intervenir de cualquier manera en los asuntos interiores de los nuevos Estados independientes.

Es el famoso « {América para los americanos} » que en realidad fue : América pertenece a los estadounidenses. Conviene recalcar que en aquellos años Estados Unidos todavía no ha conseguido ser la gran potencia que conocemos actualmente. La gran potencia de aquellos tiempos era Gran Bretaña. Mediante su capital financiero, Londres estaba muy presente en la economía de las naciones de la América Latina.

Luego, para Estados Unidos, el imperio británico era un obstáculo que había que suprimir para alcanzar la hegemonía continental. La declaración Monroë tuvo pues como meta final el hacer de los países latinoamericanos neo-colonias bajo dominación estadounidense. Unos años más tarde, el destino manifiesto viene a confirmar las ambiciones de Washington en la región. Este manifiesto, publicado en 1840, afirma que Estados Unidos está destinado por la Providencia a dominar el continente americano desde Canadá hasta Argentina. Dice : « {Nuestro sino manifiesto es expandirno a lo largo y ancho del continente confiado por la divina Providencia al libre desarrollo de nuestra multitud siempre creciente.} »

El antiguo presidente republicano, William Taft, incluso afirma: « Todo el hemisferio será nuestro, al fin y al cabo, debido a nuestra superioridad racial. Y ya es nuestro moralmente » « Superioridad racial » una de las expresiones tan a menudo usadas para justificar los crímenes más atroces.

Con esa mentalidad es cómo será dirigida la política exterior de Washington y particularmente en lo que reza a Haití.

Con el pretexto de defender al pueblo de Haití contra la influencia europea los marines estadounidenses desembarcaron en Haití, en 1915. Exigieron el control de la aduana y crearon una Guardia Nacional bajo control estadounidense. En particular se implantó en Haití el modelo de segregación racial vigente en Estados Unidos.

Pero sobre todo y éste es el principal interés de la invasión y ocupación, las sociedades multinacionales se apoderaron del país. Se puede citar la presencia de la Standard Fruit que invierte en las plantaciones de banano para la exportación o también de la National City Bank que concede préstamos a los diferentes gobiernos de facto que se suceden durante la ocupación. Y así fue cómo se prolongó el ciclo infernal de la deuda. El poder estaba entre las manos de las autoridades blancas norteamericanas.

Estados Unidos se retiró en 1935 dejando tras sí el país más pobre del continente. La ocupación, en efecto, había arruinado al país y el endeudamiento no cesaba de crecer, pero los verdaderos beneficios de esa ocupación iban a parar, claro está, a manos de los amos de la economía : las potentes compañías extranjeras.

{{La dinastía de los Duvalier}}

Una nueva Carta Magna autorizó a los extranjeros adquirir tierras lo que estaba prohibido desde la independencia. La dependencia para con Estados Unidos cada día era más evidente. Entonces fue cuando François Duvalier, alias « Papa Doc », tomó el poder en 1957. Instaló una feroz dictadura al servicio de la nueva clase dominante haitiana, la burguesía negra, así como al servicio de la compañías multinacionales estadounidenses. Fue el ejemplo de la marioneta.

Poco después de su llegada al poder suprimió el Senado, amordazó la prensa, atacó a todas las organizaciones sociales y políticas que se oponían a su poder y creó un grupo de choque, los famosos “{tontons macoutes}” cuya principal misión era acosar a los opositores, aterrorizar a la sociedad sin prescindir de la tortura y de los asesinatos. Eran los esbirros del dictador.

Dada la posición geoestratégica importante de Haití, Estados Unidos se valió de Port-au-Prince para contrarestar la influencia creciente de Cuba en la región. Y como buen criado de Washington, François Duvalier votó, en 1962, la exclusión de Cuba de la Organización de los Estados Unidos de América (OEA). Al mismo tiempo Haití recibió miles de millones de dólares de préstamos por parte del FMI y de Estados Unidos a cambio de la liberalización económica del país. Ese dinero, en lugar de venir a nutrir la economía nacional, era desviado y acaparado mediante la corrupción y el enriquecimiento personal del dictador como lo atestigua la ciudad que François Duvalier mandó construir, para sí y sus allegados, a 35 kilómetros de Port-au-Prince. Así vio la luz una nueva deuda odiosa y el pueblo haitiano fue su principal víctima. Miseria, paro, hambruna, enfermedades asolaron la inmensa mayoría de la población. En cuanto al analfabetismo, su tasa alcanzaba el 92% de la población.

Pero lo que selló para largo la muerte económica del país fueron los acuerdos de libre intercambio firmados con Estados Unidos. Un beso de muerte estampado por Washington a Port-au-Prince. Medidas neoliberales que constituyen con la deuda los obstáculos mayores para el desarrollo de la nación haitiana.

¿ En qué consisten, concretamente, esos acuerdos ? Impulsados por el FMI y el Banco Mundial, su meta era liberalizar por completo el comercio suprimiendo las barreras aduaneras. En adelante, toda mercancía extranjera podía entrar libremente en Haití. Un sistema que favorece en sumo grado a los países ricos, particularmente a Estados Unidos, y selló la muerte de toda la economía haitiana y en particular su agricultura. ¿Cómo ?

Al abrir sus fronteras, Haití favoreció la importación de productos desde Estados Unidos, como por ejemplo el arroz. Ese arroz era subvencionado por el gobierno estadounidense lo cual permitía a los agricultores norteamericanos exportar su producto a bajo coste. Pero los agricultores haitianos, ellos, no recibían subvención alguna por parte de su Estado, luego no podían vender su arroz al mismo precio que el que provenía de la potencia del Norte bajo pena de arruinarse. Esa competencia desigual permitió que el arroz norteamericano invadiera el mercado de Haití y trajo consigo la pauperización de miles de campesinos de la nación criolla así como un éxodo rural que se terminaba en los barrios de chabolas de las grandes urbes.

Precisamente, al hablar de los barrios de chabolas y de la llegada masiva de nuevos trabajadores, Estados Unidos que fue responsable de su éxodo debido a su política económica salvaje, lo tenía todo bien pensado para emplearlos a todos o por lo menos a parte de ellos. ¿ A dónde iban a para aquellos parias de la tierra ? A lo que se llamó “{los talleres de sudor}” (sweat shops), fábricas insalubres propiedad de grandes empresas norteamericanas y que empleaban a miles de haitianos en condiciones de semi esclavitud a cambio de un salario miserable. Esos acuerdos de libre intercambio, prolongados y amplificados por el sucesor de François Duvalier quien no era sino su hijo, Jean Claude Duvalier, alias “bébé doc”, fueron un desastre total para la economía y la vida de los haitianos. Pero Estados Unidos que no paró de dessarrollar esa clase de política mercantil neoliberal con los países del Sur resultó el gran ganador.

Jean Claude Duvalier, nuevo Príncipe del país, siguió la misma política que su padre y gobernó desde 1971 hasta 1986 y fue echado del país tras una revuelta popular en la que la Iglesia desempeñó un papel importante.

{{Un nuevo presidente demasiado independiente de Washington}}

Maltrecho por años de sufrimientos económicos debidos a los acuerdos de libre-cambio firmados con Estados Unidos, el pueblo de Haití decidió que aquellos tiempos se habían acabado. Eligió a un presidente reformista, Jean Bertrand Aristide. Éste se comprometió a ayudar a los campesinos mediante una reforma agraria, a desarrollar las infraestructuras, a aumentar los salarios, a dar más derechos a los trabajadores.

Medidas populares que irritaban a Estados Unidos. ¿ Cuál fue el resultado ? Aristide fue echado fuera en 1991, pura y sencillamente. Tres años más tarde, Aristide pudo acceder de nuevo el poder, pero el presidente Bill Clinton le impuso una condición. La de tener que aplicar un plan de ajuste estructural o, dicho de otro modo, exigió que Haití diera un gran salto para atrás y retornara a los años Duvalier. Aristide aceptó en parte el contrato lo cual acabó con toda esperanza de reformas. Sin embargo, el presidente haitiano pidió que Estados Unidos devolviera 21 mil millones de dólares a modo de compensación por la ocupación por parte de Estados Unidos así como consecuencia de las decisiones políticas que habían sumido el país en semejante marasmo económico. Frente a este último arranque de orgullo y dignidad del presidente haitiano, Estados Unidos decidió que el tiempo de la discusión había terminado y que convenía acabar de una vez para siempre con el gobierno de Aristide.

Ocurrió en el 2004, cuando la clase dominante haitiana sostenida por la Casa Blanca echó abajo a Aristide. Inmediatamente lo reemplazó un presidente títere, Gérard Latortue, que subió al poder también gracias a las fuerzas de la ONU. Éste abdicó en el acto frente a Estados Unidos .

Aristide había cometido pues el crimen de oponerse claramente, cuando su primer mandato, a los intereses de Estados Unidos y de resistir tanto como podía durante su segundo mandato. La historia de un presidente de la América Central o de Latinoamérica que se opone a la hegemonía de Washington y que termina derrocado, asesinado, víctima de un accidente sospechoso, es corrientísima en América Latina, particularmente durante los años 1960, 1970, 1980 y hasta hoy día. Recordemos los intentos de golpes de estado contra Hugo Chávez, en Venezuela, o contra Evo Morales en Bolivia o, más trágicos, los derrocamientos de dos presidentes elegidos democráticamente, Manuel Zelaya en Honduras, en 2009, y Fernando Lugo, en 2012. Aristide no se había librado de la norma.

{{Hollande y Francia: el desprecio hasta el final}}

El presidente François Hollande visitó Haití el 13 de mayo de este año para entrevistarse con el presidente Michel Martelly. Millones de haitianos esperaban un gesto fuerte por parte del presidente francés y particularmente el reconocimiento de los crímenes del colonialismo, pero también el pago de la deuda que Francia tiene con Haití o sea más de 17 mil millones de euros. Algunos tuvieron un relámpago de esperanza cuando el presidente Hollande pronunció la palabra “{deuda}”, pero ésta rápidamente se esfumó con la palabra que a continuación dijo: “{moral}”. Las cosas estaban más claras que el agua: {{sí}} al reconocimiento de los horrores del pasado, pero {{no}} al reembolso de esa deuda ominosa que fue el verdadero hito que señala cuándo empieza la tragedia haitiana.

Para dar consuelo a los haitianos, François Hollande prometió que Francia concederá… muy pronto… 130 millones de euros destinados a la educación. Medida ésta que expresa un desprecio profundo y un insulto para con los millones de haitianos. 130 millones de euros o sea el 0,7% de la deuda total que París debe à Port-au-Prince. ¡ Sin comentarios !

Unos préstamos, de tiempo en tiempo, como para mantener al país en la sumisión y dependencia. Unos préstamos que además, a menudo, sólo terminan sirviendo para pagar los intereses de la deuda del país.

La nación caribeña es hoy día el país más pobre de América. Según el canal Telesur, más del 53,5 % de los haitianos padecen desnutrición. El 58,8 % de la población vive bajo el umbral de pobreza. La esperanza de vida sólo alcanza el 63 % en el 2013. He aquí tres cifras que pintan el panorama social y humanitario de la catástrofe en Haití.

Luego no es dando una limosna cómo resolverá París los problemas en Haití ya que, en definitivas cuentas, no es Francia la solución sino uno de los problemas. Que paguen los 17 mil millones de euros y dejen ya a esos países desarrollarse respetando su total independencia, que paren ya de querer imponerles sus programas y de derrocar a los presidentes que no se someten a las órdenes de las multinacionales, del FMI, del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio.

{{Haití ¿qué porvenir?}}

Lo menos que podemos decir, cinco años después del terremoto, es que los políticos de los países occidentales y los medios dominantes han cesado de comentar la situación en Haití y por eso es legítimo hablar de “{solidaridad y compasión de fachada}”. Si los medios se preocuparan realmente de la suerte de Haití, hubieran debido estar presentes en el país desde hace mucho tiempo para dar a conocer, a sus televidentes, a esas gentes que no pudiendo nutrirse con alimentos de verdad comen tortillas de barro. Si los medios se preocuparan de verdad de la situación en el país entonces, desde hace muchísimo tiempo, hubieran cumplido con su obligación profesional de informar al público sobre las causas profundas de este drama incalifiable. Y si esos medios fueran de verdad un contra-poder, como se complacen en repetir, entonces hubieran debido inmediatamente criticar al presidente francés cuando éste propuso la suma vergonzoza de 130 millones de euros para “{fomentar}” la educación.

En lugar de ello, silencio absoluto. Probablemente los nuevos perros mastines tienen temas más importantes que tratar como el del nacimiento del real bebé inglés. ¡ Qué desgracia !

Una vez más, de América Latina es de donde vinieron las reflexiones y los discursos más acertados y más conmovedores dirigidos al pueblo haitiano. Primero, la reflexión del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, que escribió estas líneas tras el terremoto: “{Esta tragedia conmueve con toda buena fé a un gran número de personas especialmente porque es una catástrofe natural. Pero muy poca gente se para a preguntarse : ¿ Por qué Haití es tan pobre? ¿ Por qué su población depende casi en un 50 % del dinero que le giran, desde afuera, los familiares? ¿ Por qué no se analizan también las realidades que conducen a la situación actual de Haití y sus gravísimos sufrimientos ? Lo más curioso, en este asunto, es que nadie dice una palabra para recordar que Haití fue el primer país en el que 400 000 africanos esclavos y mera mercancía para el negocio de los europeos se sublevaron contra los 30 000 propietarios blancos de las plantaciones de caña y de café e hicieron la primera gran revolución social de nuestro hemisferio. Las páginas de una gloria sin igual fueron entonces escritas. En Haití fue derrotado el general más eminente de Napoleón. Haití es el producto del colonialismo. Haití es el producto del colonialismo y del imperialismo, el resultado de más de un siglo de explotación de sus recursos humanos para los trabajos más agotadores, de las intervenciones militares y de la extracción de sus riquezas.

Este olvido histórico no es tan grave ante esta realidad : Haití es una vergüenza para nuestra época en un mundo en el que reinan la explotación ,el saqueo de la inmensa mayoría de los habitantes del planeta}”.

Y ahora otro gran hombre de este continente tomó la palabra ante el Congreso de los Diputados de su país para aportar su solidaridad con Haití, ese hombre ya lo habéis adivinado, es Hugo Chávez. Tras el terremoto, declaró :

“{Mientras dure el colonialismo, mientras dure el imperialismo, y diré más : mientras dure el capitalismo, tendremos situaciones y pueblos que vivirán la dolorosa situación que padece Haití}”.

El presidente venezolano también expresó su emoción cuando visitó por primera vez Haití. Contó, muy emocionado :

“{Cuando, hace muchos años, visité Haití por primera vez, se lo confieso, me entraron ganas de echarme a llorar. Con ese pueblo por las calles, una alegría, una esperanza, una magia y… ¡ tanta miseria !… Y recuerdo una frase que se me salió del alma. Le dije a uno de mis compañeros más cercanos, al bajarnos de la camioneta, le dije :} “Mira, compañero : las puertas del infierno donde habitan ángeles negros”… {y es que es un pueblo lleno de eso, es un pueblo de ángeles y ratifico todo nuestro compromiso, el compromiso de nuestro pueblo, de todo nuestro pueblo venezolano, para con el pueblo de Haití, el compromiso de la revolución bolivariana para con el pieblo de Haití, para con su dolor, su tragedia y su esperanza.}”

Así como durante años, los movimientos de izquierdas, por el mundo entero, se movilizaron para que se acabe el embargo al que someten a Cuba, tenemos, en calidad de medios alternativos, de organizaciones alter-mundialistas, de opiniones públicas, de ciudadanos, luchar día tras día, a pesar de los escasos recursos de que disponemos, para que se oiga la voz del pueblo de Haití y para que éste pueda conquistar su verdadera segunda y definitiva independencia !

*Tarik Bouafia es periodista y corresponsal en Argentina para el Diario de Nuestra América y el medio independendiente Investig’Action.