Venezuela : fracaso de Washington en Cancún

 

“…hay en América un pueblo que proclama su derecho de propia coronación a regir, por moralidad geográfica, en el continente…” José Martí, Nueva York, 1889.

 

Del 19 al 21 de junio del presente año, tuvo lugar la 47 asamblea general de la Organización de Estados Americanos, OEA, en Cancún, México. En este encuentro Estados Unidos promovió junto a otros países de gobiernos neoliberales, una resolución donde se demandaba a la República Bolivariana de Venezuela como punto principal reconsiderar la convocatoria a la Asamblea Constituyente. La propuesta no logró los 23 votos necesarios para su aprobación y generó una sensación de frustración entre los cancilleres injerencistas, expresada por el nuevo ministro de relaciones exteriores argentino, Jorge Faurie, quien dijo sentirse desilusionado por este resultado.

 

GRAN FRACASO YANQUI EN LA OEA

 

Este encuentro vino precedido por una serie de declaraciones y sanciones por parte de funcionarios de EE.UU. contra Venezuela. Luis Almagro, el secretario general de la OEA, desarrolló una febril actividad para impulsar la aplicación de la Carta democrática a Venezuela y otras medidas que pretendían aislar la nación bolivariana. El bloqueo financiero y la guerra económica son parte de este proceso de desgaste sobre la población nativa, y son utilizadas para alimentar el argumento de que en el país caribeño se vive una crisis humanitaria. Y los medios de comunicación vinieron a completar este marco con el cerco informativo, de la mano de una campaña propagandística muy virulenta contra Venezuela.

Pero a pesar de haber construido este clima, el intenso cabildeo del gobierno de Donald Trump para conseguir los apoyos necesarios en el organismo que coordina el uruguayo Almagro; a pesar de las veladas amenazas que representaron los ejercicios militares dirigidos (Tradewinds) por el Comando Sur de Estados Unidos hasta el 17 de junio frente a los estados insulares del Caribe, estos últimos se convirtieron en el cortafuego, en el principal obstáculo en la OEA para que se apliquen a Venezuela resoluciones adversas, los planes intervencionistas no obtuvieron el baño de legitimidad que pretendían conseguir en el organismo americano.

Estados Unidos no consiguió los objetivos que se había planteado, principal interesado en provocar la caída de Nicolás Maduro, obsesionado en controlar las ingentes reservas de petróleo que se encuentran en el subsuelo venezolano y también en eliminar el “mal ejemplo” de un país soberano que utiliza sus propios recursos según sus necesidades y prioridades, sin velar por los negocios de las corporaciones estadounidenses.

Por otra parte la frustrada injerencia es un fracaso rotundo de Luis Almagro, el secretario general de la OEA prácticamente ha reducido su gestión a una sola causa, aplicar la Carta Democrática a Venezuela, o en su defecto conseguir resoluciones que dificulten la gobernabilidad del presidente Maduro.

 

LA PATOTA

 

El rol de Almagro es tan obscenamente parcial, que por sus acciones y declaraciones parece ser el principal líder de la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, la alianza partidaria opositora al gobierno bolivariano. Tan es así que en esta 47 Asamblea General de la OEA, se vio a diputados de la MUD, entre ellos Luis Florido y William Dávila ingresando a la propia sala de debates dando gritos y acusando de asesino al presidente Maduro; o el caso de un patotero venezolano, Gustavo Tovar Arroyo, que llegó a agredir verbalmente al ahora nuevo canciller venezolano, Samuel Moncada. Este ambiente hostil contra Venezuela no consiguió amedrentarla, más bien salió no sólo victoriosa sino fortalecida.

La responsabilidad del país anfitrión, México, en la permisividad para con los opositores venezolanos que pudieron insultar en la cara a Moncada, es más escandalosa si se contrasta con el trato a los familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa, desaparecidos hace tres años, que no pudieron acercarse a menos de un kilómetro del recinto de sesiones. Es decir el presidente mexicano Peña Nieto se cuidó de que los activistas que reclaman por la vida de los estudiantes desaparecidos incomoden a su gobierno, a la par que fue cómplice de la estrategia de acoso contra la delegación venezolana, facilitando el ingreso de antichavistas a las instalaciones donde se encontraban los diplomáticos venezolanos.

Luego de tener que declinar el proyecto de resolución donde se indicaba a Venezuela que hacer y no hacer en su política interior, EE.UU., México y otras delegaciones proponían como último recurso un “grupo de contacto” para supuestamente reducir las tensiones entre el gobierno de Maduro y la oposición. Frente al panorama de no poder sacar ninguna resolución contra Venezuela, el subsecretario estadounidense John Sullivan buscó presionar a sus colegas latinoamericanos, expresando su preocupación sobre el futuro de la OEA, sino se lograba avanzar ni siquiera con esta propuesta. Preo tampoco esta iniciativa de mínimos obtuvo el apoyo requerido por la OEA. Es decir que Washington se fue con las manos vacías, no obstante Luis Almagro, que a esta altura podemos decir actúa no sólo como líder de la MUD sino también como un vocero extraoficial del gobierno de Trump, advirtió que la guerra no ha concluido y que volverán sobre la cuestión de Venezuela en un futuro próximo.

Y Venezuela a pesar de que tomó la decisión de renunciar al organismo regional, por normas procedimentales de la OEA ese paso culminará en unos dos años, mientras tanto seguirá activa dentro de la organización que timonea Almagro. En esta 47 sesión de la organización regional, la ahora excanciller Delcy Rodríguez libró una batalla épica contra todos los que pretendían dar lecciones de democracia a Venezuela y que llamaban a la intervención en el país caribeño, defendió con dignidad la independencia de su país y dejó bien alto el nombre de Venezuela.

 

MINISTERIO DE COLONIAS

 

No se recuerda otra ocasión en que el gobierno de Estados Unidos haya quedado tan expuesto en sus intenciones y tan severamente vapuleado en un organismo como la OEA, que fue creado para fungir como un «ministerio de colonias», según palabras del comandante Fidel Castro.

La OEA que no se pronunció cuando se dieron innumerables golpes de Estado en América Latina, que se hizo la distraída cuando mercenarios apoyados por EE.UU. desembarcaban en Playa Girón, que ignoró a las víctimas del Plan Cóndor que cegó miles de vidas, que miró para otro lado cuando los contras y otros paramilitares entrenados por EE.UU. degollaban, quemaban y violaban pobladores indefensos en Centroamérica durante los años ochenta. Esa OEA que guardó silencio cuando en el 2002 sufría un golpe de Estado el presidente Hugo Chávez, trata ahora de convencernos que le preocupa la democracia en Venezuela. Pues no lo ha logrado, y no ha podido cumplir su antiguo rol como antes lo hacía, cuando todos o la mayoría acataba la voluntad del coloso del norte.

 

LAS CALLES DE CARACAS

 

El canciller mexicano Luis Videgaray, se preguntaba quién perdía ante el fracaso de las resoluciones propuestas impulsadas por el país anfitrión, el de EE.UU. y otros gobiernos de la derecha regional presentes en Cancún. El mismo Videgaray se respondió que ha sido la gente que está en las calles de Caracas la que ha perdido.

Aquí en Caracas, desde donde escribo estas líneas, la gente que está en las calles mayormente es la que trabaja, vive y sueña con un país libre focos violentos de encapuchados, de los que muchos cobran dinero por practicar vandalismo y que pretenden imponer una agenda política que no tiene que ver con los procedimientos democráticos. Estos grupúsculos extremistas amplificados por los medios de comunicación y los gobiernos adversos a Caracas, son presentados como si se tratara de todo el pueblo de Venezuela. La realidad no podría ser más opuesta, las turbas que obstaculizan algunas pocas calles con barricadas en barrios de clases acomodadas, que agreden a personas y atacan bienes públicos y privados, no representan a las masas. La mayoría intenta continuar con su vida normal, y esquiva a los violentos aupados por la MUD, Almagro, Washington y los gobiernos neoliberales de la región.

 

LA DICTADURA

 

El neoliberalismo que gobierna al mundo, en su cínico manejo del discurso y construcción de escenas prefabricadas busca generar un consenso sobre la idea de que Venezuela padece una dictadura; pero la realidad es que esta acusación sirve para ocultar que se trata de uno de los pocos países soberanos en la región, que no coloca a la mercancía como centro de la economía y la cultura. Otra razón de peso de este ataque radica en que el gobierno chavista de Maduro utiliza la renta petrolera para atender las necesidades de su pueblo en lugar de favorecer los negocios de las petroleras estadounidenses, en síntesis desafía el orden hegemónico mundial que no admite disensos y se da el absurdo que esa dictadura de mercado acusa a Venezuela de ser una dictadura.

 

MÁS REVESES E INTERROGANTES

 

Como resultado de esta 47 asamblea de la OEA, el frente opositor de la MUD parece atrapado en la agenda violenta, pero sin haber conseguido el espaldarazo internacional que pretendía, se encuentra en el dilema, de ir perdiendo apoyos y legitimidad o participar del cronograma electoral previsto para este año en Venezuela, elecciones para la asamblea constituyente del 30 de julio y elecciones regionales de principios de diciembre. De hacerlo entraría en choque con su discurso de que Venezuela padece una dictadura, y perdería apoyos de la extrema derecha, pero de no hacerlo perdería presencia territorial y política.

A raíz de el tope que se le puso en la OEA, la embajadora de la nación norteamericana en la ONU, Nikki Haley, reclamó acciones de la comunidad internacional contra Venezuela, instalando el tema en el máximo foro internacional. Pero la respuesta a todos estos esfuerzos estadounidenes fue un comunicado conjunto firmado por 57 países en apoyo a Venezuela y contra la injerencia en sus asuntos internos.

Ante estas reiteradas negativas a las pretensiones imperiales, Estados Unidos parece tentado, alentado por sus propios extremistas tales como el senador Marco Rubio o la diputada Ileana Ros-Lehtinen, de asumir mayores sanciones unilaterales contra Venezuela, lo que acentuaría la idea de que Washington libra una guerra contra el mundo en aras de recuperar la hegemonía que se le escurre entre los dedos.

 

Fuente : Journal de Notre Amérique/Investig’Action

 

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