En Argentina, el regreso de los verdugos

El triunfo de Mauricio Macri, un empresario de extrema derecha, neoliberal con fantasías fascistas, marca el fin de una etapa de la política argentina y sudamericana.

 

Podemos anticipar sin temor a equivocarnos, que librado a su voluntad, sino encontrara límites por parte de la sociedad, el Gobierno de Mauricio Macri seria el peor en 200 años de historia argentina. ¿Porque? No asume una derecha formada, una burguesía pujante, un partido político enraizado, ni un dirigente con luces.

Se trata en términos políticos de una derecha ignorante; en términos de clase de una lumpen burguesia que acumuló su fortuna saqueando al estado y que no tiene más proyecto que ese. Eso es cierto para la totalidad de la gran burguesía local. Dentro de ella, el presidente electo pertenece a una fracción de clase, cuya única idea es entregar el país ilimitadamente a las trasnacionales (tanto que provoca una reacción adversa en otras fracciones burguesas que están exentas de cualquier tentación nacionalista).

No hay partido político detrás del nuevo gobierno, solo una escenografía llamada PRO, regida por los dictados de la publicidad; su cabeza principal no es un dirigente en ningún sentido de la palabra. Apenas un producto del marketing, con dificultades muy serias para interpretar los guiones que le escriben, y que amenaza derrapar cuando se queda sin guión.

Como señaló el reconocido periodista Horacio Vertbisky, el Gobierno de Macri marca una novedad en la historia argentina “por primera vez en el siglo transcurrido desde que se celebran elecciones por el voto universal y secreto, un partido de la derecha patronal alcanzará el gobierno por medios legales y no derribando a golpes instituciones y derechos”.

Desde 1916 a la fecha, las patronales para gobernar, debieron camuflarse en gobiernos que no les pertenecían, introducir lobistas que los representen, dar golpes de estado, realizar elecciones fraudulentas, y en los últimos 30 años transformar a partidos reformistas de base popular (UCR y PJ) en instrumentos propios a fuerza de corrupción y al precio de destruirlos.

El nuevo gobierno, marca un quiebre: Argentina será administrada por sus propios dueños. En el nuevo gabinete sobresale la presencia de 10 directivos de empresas trasnacionales (JP Morgan, Deutsch Bank, Shell, General Motors, Telecom, IBM y sigue la lista) en puestos claves (Ministerio de Economía, Energía, Cancillería, Secretaria de Finanzas). Siguiendo hacia abajo en el organigrama del estado, la cifra se multiplica. Sorprende, la escasez de cuadros políticos bien formados que son suplidos por empresarios sin experiencia política. Además, hay provincias enteras en las que el PRO carece de estructura y que intenta saldar tomando a prestada la de la UCR.

Salvo por el apoyo de Estados Unidos y del gran capital, que acercará los dólares para recrear un ciclo de crecimiento que en última instancia no tendrá sustento real, por todo lo demás, el gobierno de Macri es extremadamente débil.

UN PAIS EN ESTADO LIQUIDO

El kirchnerismo, nombre que se aplica al gobierno saliente, condujo el país durante 12 años. A pocos días de haber perdido el control del estado, ya es notable el grado de desintegración. En poco tiempo, no habrá nada de envergadura que se denomine kirchnerismo. En 12 años, no pudo construir una estructura propia que sobreviva la perdida del gobierno.

Esa dato, ilustra una realidad mas profunda. Si hay algo seguro en la política argentina es que no existe nada sólido. Ni partidos, ni políticos formados, ni alineamientos permanentes, ni instituciones incuestionadas.

Esa ausencia, es el dato central, tanto para no errar en el accionar político como para interpretar y anticipar lo que vendrá. Sino se retiene ese dato no hay posibilidad de interpretar lo que ocurre ni de ejecutar una política destinada a dar vuelta la página.

El triunfo de Néstor Kirchner en las elecciones presidenciales 12 años atrás y el de Mauricio Macri ahora, son ambos desde ángulos opuestos, productos de esa situación. En la última elección uno de los partidos tradicionales (UCR) debió conformarse con acompañar una fórmula ajena, mientras el otro (PJ) fue derrotado por un partido inexistente (PRO).

Las clases dominantes en Argentina padecen un debilitamiento estructural que se verifica en el debilitamiento de los instrumentos con los que ejerce el poder político. Al mismo tiempo, la iniciativa política está enteramente en manos de la burguesía y sus representantes ocupan la totalidad de la escena. ¿Porque? Por la ausencia total de estructuras que expresen los interesas de las mayorías.

La realidad desestructurada, da lugar a un amplio abanico de posibilidades. Entre ellas, que en Argentina es posible construir rápidamente una fuerza política que exprese los intereses populares, y que enarbole un programa antimperialista. Si eso ocurriera, el país cambiaría radicalmente. El programa que aplica el nuevo gobierno, obra como una fuerza centrípeta, que tiende a unir a quienes deben emprender esa tarea.

LOS PRIMEROS DESAFÍOS

Para poder afirmarse, el nuevo gobierno, deberá sortear algunos dilemas de difícil resolución. El nuevo presidente, se enfrenta a una situación económica signada por una moneda sobrevaluada, un déficit fiscal creciente y una economía estancada. Deberá realizar un delicado equilibrio entre las medidas que exige el saneamiento de una economía capitalista, y el costo social que deberá asumir por tomarlas. Tendrá el límite de una sociedad que no le entrega un cheque en blanco.

Devaluación, inflación y salarios a la baja

Entre las medidas que deberá tomar, se encuentra una devaluación que hará ganar competitividad a las exportaciones, al tiempo que bajará el costo de los salarios en dólares. La inflación que ronda un 30 por ciento anual se acelerará por un lapso, reduciendo el poder adquisitivo. Para cerrar ese círculo de la manera que el poder económico aspira, la clave será el mes de marzo, cuando comiencen a desarrollarse las paritarias entre sindicatos y empresas para establecer los incrementos salariales. Las cámaras empresarias apuestan a un incremento de sueldos significativamente menor al de la inflación. Las dirigencias sindicales, son proclives a aceptar esa situación. La clave, será la reacción social de los trabajadores ante esta ofensiva. Si la hay, las dirigencias gremiales endurecerán sus posiciones. Sino, el empresariado logrará su objetivo y Macri pagará un costo político bajo.

Subsidios a los servicios públicos

Un segundo frente son los subsidios a las tarifas de servicios públicos, principalmente de energía y transporte. Para reducir el déficit fiscal, es necesario bajar esos subsidios. Pero reducirlos impactará sin mediaciones en el bolsillo de la población. El Ministro de Economía Alfonso Prat Gay, anunció que se mantendrán para las franjas de menores ingresos y se eliminarán para los que no lo necesitan. Mediante esa estratificación, quiere evitar que empiece a detonarse una crisis social, principalmente en los distritos mas pobres del Gran Buenos Aires, que son al mismo tiempo distritos donde el PRO carece de estructura y donde el gobierno saliente ganó mas ampliamente. La contracara de esto, es que el nuevo gobierno comenzará atacando a los sectores medios y altos a los que les quitará los subsidios, y que constituyen su base social.

Financiamiento de los estados provinciales

Un tercer dilema es el financiamiento del Estado Nacional a los estados provinciales. Para el capital financiero y el Departamento de Estado es una espina en el ojo y un punto pendiente de las recetas aplicada en los 90. En el año 2001, el gobierno de Fernando De la Rua y su ministro Domingo Cavallo alfil del FMI, pretendieron desmantelar los aparatos clientelares sostenidos con la arcas de los estados provinciales. Fue uno de los factores que llevó a la caída de ese gobierno. 14 años después el tema vuelve a estar en el centro de la escena política. Recortar gastos por allí ayuda a cerrar la brecha del déficit fiscal, pero hacerlo implica enfrentar a los gobernadores mayoritariamente encolumnados en la oposición.

¿Puede un gobierno débil, sin estructura, y con cuadros que no están fogueados en la política resolver estos dilemas, con una economía estancada y en medio de una crisis estructural del capitalismo a escala mundial? El espectáculo está por comenzar.

Fuente : Investig’Action, Diario de Nuestra America