Continúa el acoso a Bahar Kimyongür en medio del silencio mediático

Al ordenar la detención de este periodista por motivos ideológicos, Interpol vulnera sus propios estatutos colaborando con una persecución política. Sin modo de anular la orden de arresto, de interlocución directa o de acceso al expediente, el derecho a la defensa queda prácticamente anulado. Ha sido declarado inocente por diferentes tribunales, pero se mantiene la orden de arresto contra él. Diarios como El País o El Mundo no han mencionado una sola vez su nombre.¿Por qué?



No es el primer caso, y hemos de temer que no sea el último. Pero el de Bahar Kimyongür [1] es un ejemplo paradigmático.



 


El gobierno turco emitió contra él en varias ocasiones una orden de detención a través de Interpol, organización de cooperación interpolicial que incumbe a 190 países. Su "delito" es estrictamente de opinión: Bahar, licenciado en Arqueología e Historia del Arte por la Universidad de Bruselas, Director del Instituto Internacional para la Paz, la Justicia y los Derechos Humanos de Bruselas, y portavoz del Comité contra la Injerencia en Siria, ejerce como periodista, a menudo denunciando los aspectos antidemocráticos del gobierno de Erdogan. Al ordenar su detención, Interpol vulnera sus propios estatutos, que en teoría le impiden requerir detenciones por motivos ideológicos. Y sin embargo, se mantiene la orden. ¿Por qué?


 

La alianza político-militar diferencia Turquía de otros países.


 


La poderosa Turquía, puente político, cultural y geográfico entre Oriente y Occidente, es una pieza fundamental de la alianza militar de la OTAN, aportando bases militares importantísimas en un enclave geopolíticamente muy valioso, así como el mayor ejército de tierra europeo. A día de hoy, opera como un aliado estratégico en la política de Occidente para Oriente Medio.



 


Quizá estos sean factores decisivos para explicar por qué Europa y la Interpol deciden cerrar los ojos ante la constante persecución y acoso del gobierno turco contra periodistas críticos y activistas opositores. Ya en 2006, Turquía encarceló a Bahar durante varios meses, hasta que la presión internacional y su declaración de inocencia por parte del Tribunal de La Haya, obligaron a su liberación.



 


Si Turquía tuviera un gobierno díscolo, que no colaborase con la estrategia regional de las potencias occidentales, es probable que nuestra industria mediática pusiera el grito en el cielo ante el caso Kimyongür. Seguramente, su nombre sería tan conocido como el de Yoani Sánchez, o como lo fue el "cierre" de RCTV en Venezuela (me refiero a la no renovación de licencia). Sin embargo, casi con seguridad nuestro lector no conoce el nombre de este periodista, perseguido y detenido ahora por cuarta vez en Europa.


 

Perseguidos de segunda: un clamoroso silencio mediático


En España, Bahar fue detenido el pasado 17 de Junio mientras visitaba la catedral de Córdoba con su esposa Deniz y sus dos hijos pequeños. A pesar de ello, los principales diarios, como El País o El Mundono han mencionado una sola vez su nombre. En cambio, el buscador deElPais.com arroja cientos de menciones recientes al nombre de "Yoani Sánchez", la famosa bloguera Cubana, o a "Weiwei", el artista chino crítico con el régimen comunista. El trato sesgado que estos medios dan a ciertos disidentes es evidente.


          La edición on-line de El Mundo no ofrece una sola información sobre este caso.

 

El gobierno de Erdogan acusa a Bahar de pertenecer al DHKP, partido político turco de ultraizquierda, incluído en la lista de organizacinoes terroristas tras los sucesos del 11-S. Bahar, como periodista e investigador, tradujo del turco al francés un comunicado de esta organización, pero ha sido declarado inocente de la acusación de pertenencia a la misma por el Tribunal de Apelación de Amberes (2008), por el Tribunal de Apelación de Bruselas (2009) y posteriormente por tribunales de La Haya y de España. Sin embargo, Turquía continúa con su hostigamiento contra él, como contra otros activistas pro-derechos humanos dentro y fuera del país. Los casos del líder LGTB Mehmet Tarhan, el acoso contra organizaciones de derechos humanos, o contra decenas de abogados y periodistas Kurdos, son algunos de los que han llegado a la opinión internacional. Amnistía Internacional y la Organización Mundial Contra la Tortura son algunas de las ONG que periódicamente denuncian y publican informes sobre los abusos del gobierno turco.

 

El caso Kimyongür cuestiona directamente la integridad democrática de Interpol

 

Bahar fue detenido anteriormente en Bélgica y Holanda, siempre en cumplimiento de la orden de Interpol. El pasado 21 de Noviembre, ha vuelto a ser arrestado, esta vez en Bérgamo, Italia. Hasta el momento, todas las veces ha sido puesto en libertad sin cargos, porque su expediente delictivo es inexistente. Tanto el juez holandés como el español, entendieron que Bahar es perseguido por criticar al régimen turco. Su crimen consiste en juntar palabras, y todos los jueces desatendieron la petición de extradición, por lo que no se entiende por qué motivo la orden policial internacional de detención contra él permanece.

 

Esta situación pone de manifiesto el carácter antidemocrático de la agencia intergubernamental Interpol. Según su abogada, Selma Benkhelifa, no existe ningún procedimiento establecido para anular las órdenes de arresto, ni tampoco existen opciones legales de tener acceso a los expedientes. El derecho a la defensa de los afectados queda así prácticamente anulado.

 

Interpol ni siquiera tiene mecanismos de interlocución válidos para ciudadanos individuales, tan sólo acepta por interlocutores a los estados. Es por ello que los gobiernos Belga, Español y Holandés están haciendo dejación de funciones cuando ni siquiera intentan mediar ante Interpol para solicitar la retirada de la orden de arresto.

 

La influencia del socio turco es potente: si los gobiernos belga e italiano no atienden a las manifestaciones ciudadanas de solidaridad que se están dando estos días, Bahar seguirá siendo arrestado cada vez que cruce una frontera, con el consiguiente riesgo de extradición a un régimen cuya tendencia a la tortura ha sido ampliamente documentada.

 

Mientras, los compañeros de profesión de Bahar tenemos la obligación deontológica de informar del caso y presionar a nuestros respectivos gobiernos para que, en coherencia con las resoluciones judiciales, traten de interceder ante otros gobiernos y ante Interpol para poner fin a este calvario. No hacerlo sería dar por buena la persecución ideológica de periodistas por parte de el gobierno turco.

 

Una carta firmada por organizaciones como Greenpeace o FGTB (sindicato mayoritario en Valonia), publicada por el periódico Le Soir [2] con motivo de su detención en España (aquella detención que no interesó a los propios periódicos españoles), demandaba que "las autoridades deben hacer todo lo que esté en su poder para impedir la extradición de Bahar Kimyongür hacia las prisiones turcas, donde todos pueden imaginar que le espera lo peor".

 

El gobierno español tiene ahora la oportunidad de atender a esta voz de alerta y enmendar el error que cometió al detenerlo, intercediendo ante Italia para pedir su liberación e impedir que sea extraditado a Turquía. Mejor hoy que mañana, mañana puede ser tarde.

 

 

Mientras el diario El País aún no ha escrito una línea sobre Bahar (ver imagen arriba), encerrado durante meses en cárceles, este diario realiza una intensa campaña de promoción premiando y contratando a la bloguera Yoani Sánchez.

 

Notas:

[1En ocasiones suele aparecer referido en Internet como Kimyogur, sin la letra "n" y sin diéresis sobre la letra "u".

[2Diario belga fundado en el siglo XIX que, a diferencia de los españoles, ha informado sobre el ’Affaire Kimyongur’ en cientos de ocasiones.

 

Fuente: Observador.info