Colombia: ¡Sí a la paz!

Durante la firma de los acuerdos de paz el pasado 26 de septiembre, el dirigente de la guerrilla de las FARC-EP Timoleón Jiménez pidió perdón a las víctimas civiles del conflicto armado de más de 60 años. El 2 de octubre, el resultado del plebiscito que sometió al pueblo colombiano los acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla, otorgó una ligera mayoría al No. El 7 de octubre, el presidente Santos recibió el premio Nobel de la Paz, y ese reconocimiento fue saludado por todas las partes como un firme compromiso a favor del proceso por parte de la comunidad internacional. Pero esta cronología de los principales hechos expuestos en los medios oculta lo esencial…

Efectivamente, mientras que los líderes de las FARC-EP asumían el peso de la historia a través del perdón en el momento de la firma, el presidente Santos omitió hacer lo mismo. ¿Se trató de una operación de comunicación bien calculada o de un simple «olvido»? Por su carácter único, hay ceremonias que exigen gestos y fórmulas sinceras, cargadas de una fuerza simbólica. El estado no puede negar su papel en miles de crímenes, ya sea por acción o por omisión. Aunque los acuerdos de paz reflejen una responsabilidad compartida, los hechos son tozudos: el gobierno es responsable directo e indirecto de cerca del 75% de las victimas civiles del conflicto.

El referéndum también ha traído a la luz la cuestión crucial del papel de los medios de comunicación. La campaña por el No, financiada por los principales grupos económicos, incluye el apoyo de la familia Uribe, temerosa de que su complicidad activa con el fenómeno del paramilitarismo le lleve a los tribunales si el «Si a la Paz» prospera. Sin embargo, la mayoría del «No» fue de 50 mil votos, lo que representa sólo el 0’14% de la población apta para votar. No sería lógico que el proceso de paz sea obstaculizado por un mínimo porcentaje de la población colombiana. Asi, la democratización del acceso a los medios (abordada en el punto 2.2.3 del Acuerdo Final para la Terminación del conflicto) es imprescindible para que la sociedad se informe correctamente y tome parte masivamente en la construcción de una cultura de la paz.

Quizás Juan Manuel Santos merezca ese premio Nobel de la Paz, como el presidente de todos los colombianos que representó al gobierno en las negociaciones de La Habana iniciadas en 2012. Pero no debe olvidarse que él fue también el ministro de la defensa de Alvaro Uribe, quien está acusado en el Tribunal de la Haya por crímenes de lesa humanidad. La firma de los acuerdos y la enorme esperanza suscitada deben dar lugar a una agenda de lucha contra la impunidad y recuperación de la memoria histórica de un pueblo martirizado durante demasiado tiempo. Es hora de que la paz se acompañe con la justicia y la reparación a las víctimas, principalmente por su pricipal victimario: el estado colombiano.

 

* Alex Anfruns es educador, periodista y jefe de redacción del medio independiente Investig’Action en Bruselas. En 2007 participó en la realización del documental «Palestina, la verdad asediada. Voces por la paz». Entre 2009 y 2014 realizó varios viajes de estudio a Egipto y los territorios ocupados palestinos. Desde 2015 dirige el mensual Journal de Notre Amérique de Investig’Action.

Fuente: Journal de Notre Amérique, Investig’Action